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Con la espada, la pluma y la palabra

La escuela primaria nos introdujo en las biografías de los patriotas más honorables, aquellos que la historia considera próceres por haber sido autores de hechos ilustres en distintas fases de la vida argentina. Nuestra niñez pudo ubicarnos en un plano indeciso en cuanto a la temporalidad y quizás en esa edad veíamos como contemporáneos a muchos de ellos. Cuando la línea cronológica de los hechos magnos se transformó en un componente lúcido y arraigado pudimos dilucidar y colocar a cada personaje histórico en el hito que le correspondía.

Los actos patrios ofrecieron datos sumatorios y exaltaron sus figuras para imbuirnos de respeto y amor por el lugar de nacimiento, además de conocer y valorar las acciones que cada uno de los prohombres desenvolvieron como compromiso con el suelo natal. Cada docente se identifica por su rol con el Maestro de América, Domingo Faustino Sarmiento, de quien se dijo que “habiendo vivido 77 años, parecía que en realidad, su existencia hubiera transcurrido durante dos siglos”, tal era la cantidad de ideas y obras desarrolladas.

Político, escritor, docente, periodista, militar y estadista argentino; Gobernador de la provincia de San Juan, Presidente de la Nación Argentina, Senador nacional por su provincia y finalmente Ministro del Interior. Estos cargos muestran el destacado rol desempeñado en el área de la política, dentro de la cual fue idealista y a la vez concreto, porque sus ideas se vieron definidas y materializadas, conforme a su expresión: “Las cosas hay que hacerlas”; mostrándolo como hombre ponderablemente activo y emprendedor.

Su objetivo mayor, la educación, se consumó a través de la consigna “Educar al soberano”, entendiendo como tal al hombre necesitado de la ilustración que lo haría libre, autónomo y participativo. Su biografía es amplia y llena páginas doradas de la epopeya nacional; no por ello han dejado de aparecer detractores porque su figura pudo cosechar enemigos.

Fue, como todos los próceres, un ser humano dueño de virtudes y defectos. ¿Por qué la historia los ensalza y eleva al pedestal de la gloria? Porque merced a sus acciones preclaras y decididas se cosecharon las victorias, los cambios y adelantos, las creaciones y las definiciones en difíciles aspectos de aquellos tiempos. Y fueron además, desinteresados de bienestar propio por entender que la generosidad y la entrega era lo que la Patria reclamaba.

Perseguido y obligado a emigrar, no claudicó en sus convicciones e hizo de la pluma un arma poderosa. Había nacido en Carrascal, uno de los barrios más pobres de San Juan y declaraba en su testamento estar “sin fortuna que nunca codicié”, pero a la vez se consideraba rico y feliz al dejar “por herencia a millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, del que yo gocé solo a hurtadillas».
Luchó “con la espada, la pluma y la palabra”, como dice su himno. Noble figura para destacar en evidente contraste con aquellos que desde la ambición personal muestran acciones que se ubican en las antípodas. Es una fecha propicia la del 11 de septiembre para rever y acentuar el respeto, la valoración y el reconocimiento a tan nutrida y valiosa trayectoria argentina.

21 de setiembre de 1888, llegada de los restos de Sarmiento a Buenos Aires. (Archivo General de La Nación).

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