La primera y la tercera edición de «Huellas de gloria», la biografía de Vicente Cipolatti escrita por Chela Lamberti, publicadas en julio de 1998 y febrero de 2021 respectivamente.

Allá por julio de 1998 aparecía la biografía escrita del campeón Vicente Cipolatti (“Chente”), titulada “Huellas de gloria”. Sin premeditación, coincidió esa fecha con el cincuentenario del Automóvil Midget Club de Sunchales, nacido precisamente en julio de 1948. Feliz acontecimiento que concretó los sueños de un grupo de sunchalenses fabricantes de sus propios autos después de despertar esa pasión ante los ejemplares presentados en 1943 y 1946 en el Club D. Libertad, provenientes de Buenos Aires.

Visitar al campeón Vicente Cipolatti cada miércoles durante un año; escuchar sus relatos de verdaderas hazañas a través de la modestia con que narraba hechos que la historia consideraría proezas; conocerlo como hombre, padre, trabajador, deportista y siempre humilde, espontáneo y sincero, fue un remanso enriquecedor para quien producía los encuentros en busca de material para un nuevo libro.

“¿Una entrevista para algún diario?”, fue la primera pregunta de Delicia, su esposa. Habituados a las mismas, mucho se extrañaron al enterarse de que las visitas continuarían porque yo quería una biografía completa y no solamente un tramo de sus secuencias deportivas. Junto al humeante café con que Delicia calmaba el invierno de cada miércoles, íbamos desgranando la historia de un grande que narraba como si los hechos concretados hubieran sido simples, cotidianos, sin pensar siquiera desde su humildad, en tan magna trascendencia posterior.

La procedencia de los inmigrantes italianos que transmitieron la cepa en esta tierra, los padres y su infancia, la escuela primaria y el nacimiento de su afición por los motores en la Agencia Ford de los Siccardi (hoy Banco Macro), todo fue surgiendo. Luego, la odisea de la crianza de nutrias en Miramar, sus peripecias, la inundación y el regreso a Sunchales, “la calle de los Cipolatti” en Rotania al 200 y posteriormente la esquina emblemática frente a la plaza hacia el este; allí aún hoy luce la agencia donde los automovilistas nutren sus motores y al lado, la vivienda y el negocio “El Once”, donde su hijo continúa con la tradicional venta de repuestos.

Todas las etapas de su vida fueron desgranadas con sencillez y emotividad, hasta las cacerías en el norte con sus amigos; el amor juvenil por Delicia, la conformación de su familia, el compañero canino que dormitaba plácidamente bajo la mesa mientras conversábamos y una mañana me dieron la triste noticia de su muerte. El hombre en todas sus facetas y luego, las entrevistas a los demás participantes de la gesta. Mecánicos y colaboradores, integrantes de la Comisión Directiva, artículos periodísticos de cada época para constancia de carreras, premios, deportistas, sueños y realidades concretadas sobre caminos de tierra y vehículos sin la mínima protección; el suyo, con el emblemático número 11 (superior a diez, según la simbología). “Ganó un gringo con alpargatas”, publicó un diario de tirada nacional.

Editado por primera vez en 1998, debió reimprimirse en el 2013 debido a un reclamo de la Muestra Internacional del Automóvil organizada anualmente en Buenos Aires, ya que según Carlos Quintana, uno de los organizadores, era y es el único libro de mecánica nacional publicado en el país. Lo consideraron un valioso documento histórico y esta segunda edición recorrió toda la geografía nacional de la mano generosa de Sancor Seguros, comprometidos con el automovilismo local.

Nuevamente hoy luce en mi biblioteca, reluciente, con ese aroma exclusivo de papel recién estrenado, una edición de “Huellas de Gloria”. Es la tercera (febrero de 2021) y a cualquier escritor esta circunstancia lo llena de orgullo y profunda emoción. La empresa de seguros ha decidido que así sea para seguir distribuyendo esta hazaña de la ciudad con los nombres de sus geniales hacedores. Recorrerá el país en sus cuatro puntos cardinales, tal como son los contactos de nuestra gran empresa.

Sunchales vuelve a vibrar con sus motores a través de las letras y los recuerdos. A ello se agrega otra iniciativa, audacia nacida de la pasión y la energía juvenil de los hermanos Collino, quienes se impusieron el objetivo de rehacer el emblemático auto de “Chente” a través de una gesta que indudablemente supone derribar obstáculos para que sea una legítima réplica, tal como fue el automóvil en aquella aventura homérica. “Proyecto Once” va cobrando cuerpo porque suma decisión, entusiasmo, conocimientos y tenacidad.