
No debió pasar mucho tiempo para que la incipiente idea de forjar emprendimientos cooperativistas terminara arraigándose en la idiosincrasia sunchalense como parte del gen mismo de quienes se radicaban por estas tierras. Acaso haya sido una enseñanza implícita en la tenacidad con la cual se encararon los tres intentos sucesivos de colonización, estableciéndose que solo el asociativismo posibilitaría afianzarse, sobrevivir y crecer.

Esto se advierte no solamente en el ámbito público sino especialmente en la faz privada en donde se forjaron los desarrollos que marcaron el rumbo de la ciudad. Indudablemente, hubiera sido diferente el rumbo de Sunchales sin el asentamiento de SanCor, desde donde a su vez surgió Sancor Seguros, con todo lo que cada una de estas empresas representó para la comunidad en su momento.
La duda también pasa a ser legítima acerca de otros tantos emprendimientos productivos que vieron la luz y que por multiplicidad de causas fueron desgranándose sin poder sobrevivir. ¿Qué hubiera sido de estas firmas y desarrollos si se acogían a esta filosofía cooperativista?

Un mismo punto de inicio
Para quienes se encuentran fuera de la ciudad, muchas veces resulta difícil separar a SanCor de Sancor Seguros… acaso no lo tengan en claro pero el origen tiene una misma raíz. Es más, la primera oficina de Sancor Seguros funcionó en la planta alta de uno de los edificios de la fábrica de manteca que tanta expectativa había generado regionalmente.
Sin embargo, debió transcurrir cerca de un año y medio para que esta idea pudiera dar sus primeros pasos formalmente ya que ese fue el tiempo que demandó lograr la autorización por parte de la Superintendencia de Seguros de la Nación. La habilitación inicial fue para emitir seguros por Accidentes de Trabajo -siendo la primera póliza emitida a nombre de Juan B.V. Mitri en un gesto cargado de representatividad- aunque abriendo la puerta en el segundo artículo a la operación con cualquier otro tipo de seguros.
Basilio Donato y la fábrica de manteca radicada en Sunchales
En nuestra sección destinada a reproducir y difundir la selección de textos de Basilio María Donato, existen múltiples pasajes noticiosos orientados a revivir cómo se fue gestando el surgimiento de SanCor. La mayor parte de los escritos reflejan historias conocidas, no obstante hay también otros curiosos, tal este que compartimos, en el cual se refleja como alternativa de radicación de la fábrica de manteca, sitios tales como Brinkmann, Palacios o incluso Raquel:

Antes de finalizar este año de 1939, las obras de construcción de la Fábrica de Manteca se hallaban muy adelantadas.
Para la historia, conviene recordar, en ciertos casos, los entretelones de los heroísmos que se guardan en el rincón del silencio.
Tanto en el orden oficial, social, comercial o deportivo suele usarse un término para explicar ciertas actuaciones que, por falta de pruebas concretas, pero hipotéticamente aceptadas, mientras no se demuestra lo contrario, se emplea la palabra “trascendido”.
Así fue que se han recogido en los momentos cruciales de la iniciación de la construcción de la fábrica, diversas opiniones, sobre su ubicación: si debía estar la fábrica en Sunchales, en Brinkmann, en Palacios, Raquel o Frías.

La puja emprendida por la natural ansia de los intereses localistas, estuvo por hacer fracasar la iniciativa de Don Juan B. Mitri. Éste, apoyado por la juventud sunchalense y asesorado por la esfera oficial, se impuso pese a la amenaza de retirar su apoyo de algunas cooperativas que componían la Unión. La Fábrica al término de 1939, ya tenía lista la mampostería del primer piso. Para reafirmar la confianza de los asociados pro-fábrica, Mitri había puesto como garantía de las obras y de las máquinas, todos sus bienes, seguro de que, no podía fracasar una empresa de tanto aliento.