Sunchales cumple 135 años. Colonia, pueblo, ciudad, continente de seres humanos con acendrados deseos de progreso. El movimiento cooperativista le ha dado el espaldarazo para que se sitúe en el camino de las ciudades con mejor calidad de vida, sin embargo, me animo a aseverar que la educación ha sido el instrumento fortalecedor.
Si algo caracteriza a Sunchales, es el valor que sus pobladores le adjudican a la educación. Hombres y mujeres de las primeras colonias, a quienes llamo sembradores de estrellas, trazaron un horizonte para la educación de sus hijos y las generaciones siguientes, y hacia él se camina aún hoy. Intuían lo que Paulo Freire diría más adelante: ”La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”.
El pueblo de Sunchales nunca se deja sorprender por políticas de Estado que lo beneficien. Por eso, apenas sancionada la ley 1420/1884 que otorga el derecho de contar con una escuela estatal, gratuita, obligatoria, gradual y laica, en todo el país, las autoridades no dudan en solicitar el servicio. Hay avidez por sentar bases de estabilidad cultural en una población destinada a crecer, rica en suelos y pródiga en trabajo, pero con un pronunciado analfabetismo.
Tal vez por la frase sarmientina de “Hombre, Pueblo, Nación, Estado, todo debe estar en los humildes bancos de una escuela”, en 1888, se crea la primera escuela fiscal (dependiente del Estado) N° 379; se diferencia así de las privadas que también existen, sostenidas de diferentes maneras.
A ésta se le suman otras instituciones educativas: de distintos niveles y modalidades, de gestiones pública y privada. Precisamente, al cumplir, la ciudad, el primer centenario, se crea la última escuela primaria, N° 1213 y como si fuera poco, se suman en tiempos diferentes carreras terciarias y universitarias. La educación no formal coadyuva a conformar la constelación de propuestas de aprendizaje.
Nacen por la inédita vocación de representantes locales, quienes unen sus voces a autoridades visionarias para reclamar más espacios educativos. En Sunchales ocurre algo destacable: antes de que la necesidad sea un reto para levantar una escuela, aparece la perspectiva humana y se comienza a urdir la trama para la consecución de ese centro. Por eso es, que casi todas ellas, carecieron de edificio propio para iniciarse y les cupo la problemática de entablar arduas tratativas con el Ministerio de Educación para lograrlos. Observadas a la distancia enaltecen la memoria de quienes las produjeron.
Se crearán otras, porque la ciudad crece y los padres reclamarán instituciones escolares cercanas a sus hogares. La urbanización en lo que ayer era campo, no exige esfuerzo para imaginar, un espacio escolar contenedor de niñez y adolescencia. Cada sector, cada grupo merece entrar a un edificio con el confort adecuado, es un derecho que le concierne.
Estos 135 años encuentra a los sunchalenses protegidos con un amplio campo de posibilidades educativas, hijo de la profunda convicción de sus habitantes. Las familias, cualquiera sea su condición social, avizoran en las aulas, el futuro de la descendencia. Las ofertas de todos los niveles y modalidades son cultivos ventajosos para que las diversidades se vean satisfechas.
Los factores de éxitos son, a mi criterio, dos: la calidad educativa que le impusieron los docentes en todos los tiempos, en sus proyectos innovadores pensados para la niñez que contienen y el acompañamiento de las asociaciones cooperadoras, guardianas de edificios confortables.
Se sabe que, la educación es fundamental para sostener la cultura de una comunidad, crearla, recrearla y transformarla. Los pueblos que le apuestan a la educación tienen más posibilidades de realización individual y colectiva que otros. Sunchales es un modelo.
Los 135 años, obligan a mirar el trayecto realizado y un fuerte orgullo embarga a los que formamos parte de ese éxito y a los que, usufructuando resultados, siguen mirando el horizonte que trazaron los hombres y mujeres de ayer, soñadores de estrellas.