La culminación de su construcción correspondió al gobierno de Prudencio Gastañaduy, luego de varios años de esfuerzos y trabajos denodados para darle forma a la que luego, sería una de las avanzadas más importantes de este sector, transformándose en un Fuerte de Primer Orden.
Tras sus muros, se tejieron las primeras historias de la que luego sería nuestra ciudad, más acá en el tiempo y en el territorio. Pero allí se fueron dando forma también a las primeras penurias de quienes intentaban hacer pie en estas tierras, sobrellevando múltiples dificultades.
El surgimiento, creación y construcción del Fuerte, tiene ricos datos históricos, los cuales han sido repasados en estas mismas páginas por nuestro Basilio María Donato. Además, ha sido una constante fuente de inspiración para relatos, poesías y evocaciones.
Este es el caso de Hugo Alberto Acosta, autor del libro «A esta tierra centenaria», quien lo referencia de esta manera:
El Fortín de los Sunchales
Corre el año mil setecientos noventa,
con él, muere la Virreyna.
Prudencio Gastañaduy
ya debe más de la cuenta.
Pero gracias a esos fuertes
por el Cabildo prestados,
se hará realidad el sueño
que con denuedo ha soñado.
Pues sobre los cimientos mismos
de la que fuera Avanzada,
el Fuerte está despertando,
el cielo bate sus alas.
Se alzan gruesas paredes,
olor a tierra cocida;
y el mangrullo es tan alto,
que al mismo cielo da vida.
Y a su pie, amenazantes,
dos cañones de marina;
más allá el pueblerío,
provisión y pulpería.
Y a un costado, silenciosa,
con su humilde torrecilla,
con dos campanas de bronce,
resplandece la capilla.
