Historia de las dos cartas

Estaba en la tarea de buscar algo que necesitaba, cuando aparecieron un par de cartas que se intercambiaron mi madre Blanca Lila Mamy y sus primos franceses cuando se produjo el epílogo de la Segunda Guerra Mundial.

Por lo que se dice en las mismas, el número de misivas intercambiadas fue superior, pero yo he visto a lo largo de todos estos años solo a las que voy a aludir. Luego desaparecieron y afortunadamente fueron rescatadas. La primera carta a la que haré referencia está fechada en Sunchales el 10/04/1946 y dirigidas a sus primos galos que vivían en Epirre, una población ubicada al este del territorio francés a 70 km. del límite con Italia. Afortunadamente quedó una copia.

Entre 1940 y 1946 se produjo una pausa en este intercambio espistolar a raíz de la muerte de mi abuelo (04/07/40) José Mamy, quien vivía junto a su familia en la casa de calle Brown 70 de Rafaela donde hoy funciona una cochera. La casa fue desocupada y mi madre se vino a vivir a Sunchales. Las cartas despachadas para Argentina fueron devueltas, supongo.

Al solicitar desde Francia comida y ropa se le contesta: “Nos pondremos en campaña para enviar lo que vosotros pedís. Estamos esperando contestación del Consulado Francés en Buenos Aires. Según nos han dicho, las encomiendas deben ser lo más pequeñas posibles y más aún llegan reducidas”. Luego, sigue la carta relatando cuestiones familiares y ofreciéndoles ayuda en forma periódica si fuera necesario, dice mi madre.

El 30 de abril del 1946 contestan desde Francia, donde manifiestan su alegría por el contacto reanudado; “esto nos trajo la esperanza de recibir algún envío”. Luego, sigue la carta comunicando nuevas noticias familiares sobre todo fallecimientos. Cuenta el escriba que su madre les hablaba a menudo de ese tío que había partido “para tan lejos”.

“Al frente, durante la guerra, partieron cinco integrantes de la línea Juan Mau Mamy y todos han vuelto, solamente uno de ellos fue hecho prisionero siendo encarcelado en Gachau de triste memoria. Terminada la guerra, volvió pesando 48 kilos cuando su peso normal era de 80”.

Cuenta Renee Laurent –el nombre del primo– que en agosto del 1939 se declara la guerra con Alemania. “En la primavera de 1940 se produce el ataque total de los alemanes con aviones y pertrechos blindados. Probamos detenerlos pero fuimos superados por el material que tenían. Invasión parcial de Francia y para colmo Italia nos declara la guerra. La armada francesa organiza un frente sobre los Alpes; las divisiones son inmovilizadas de este lado lo que permite a los alemanes forzar aún mas y llegar hasta el corazón. Nuestros aliados los ingleses fueron superados y se embarcaron para Inglaterra. Nosotros fuimos vencidos”.

“Los alemanes fabricaron moneda de ocupación y se llevaban a bolsas nuestra Francia, no podíamos oponernos a nada, eran vencedores y dueños de nuestras casas, de todo lo bello y bueno, despachaban vagones enteros para sus casas, víveres, tejidos, calzados. En 1944 se organizó la resistencia francesa clandestinamente tomando la montaña en pequeños grupos armados”.

“El desembarco llegó y los americanos perforaron la pared alemana, la resistencia francesa había llegado a su punto culminante y hacía trabajos de sabotaje. Armados por los americanos por medio de paracaídas se sabotean las posiciones alemanas. Éste fue un período muy crítico para la unión de los franceses, donde el soldado de ocupación mataba sin motivo y sin razón. Viene el gran momento de la liberación, los alemanes se vieron obligados a retroceder y nuestra región fue el teatro de las operaciones ya que el repliegue o retirada se produjo por Italia”.

“Hemos vividos días trágicos, no saber más donde vivir dividiendo el tiempo entre sótanos y montañas. Hemos visto al enemigo muy pillo: quemar las casas de pueblos enteros, volar nuestros puentes, nuestras usinas, aplicar en nuestra zona lo que generosamente daban por llamar régimen de tierras quedadas, devolviéndonos hombres de 40 a 50 kilos horribles de ver. Pueden alabarse de no haber dejado en nuestro valle numerosas casas intactas. Lo que fue lamentable el regreso de nuestros deportados y prisioneros con un 83 % de pérdidas”.

“Detengo mi recitado, la guerra ha terminado, el régimen de cartas de alimentación funciona siempre, nuestra ración de manteca ha sido de 50 gramos por mes. Nuestra bella Francia está pobre. Yo se que ustedes son compasivos. Reciban nuestros sentimientos afectuosos”.

Renee Laurent
(Empirre-Francia)

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José «Pepe» Marquínez

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