La ciudad recuerda a su Santo Patrono

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Enmarcadas en la doble celebración, del Santo Patrono y del cumplimiento de los 125 años del arribo de la fe cristiana a la ciudad, el día de hoy se llevarán a cabo actividades religiosas en honor a San Carlos Borromeo.

En tal sentido a las 19.30 se le impondrá el nombre de Presbítero Idelso Re a los salones parroquiales, como finalización del acto se oirá una actuación de la Banda de Música Municipal.

A las 20, en el templo se oficiará la Santa Misa, la que será presidida por el padre Víctor Balangero, ocasión en la que se dará inicio a las cinco semanas de misión y adoración eucarística.

San Carlos Borromeo
Cardenal sobrino de Pío IV, arzobispo de Milán y el típico representante del prelado santo y reformador de la época postridentina, primogénito del conde Gilberto Borromeo y de Margarita de Médicis, hermana de Pío IV. A los ocho años de edad (15 de octubre de 1545), recibió la tonsura clerical y poco más tarde fue enviado a Milán para cursar los estudios humanísticos con el preceptor Bonaventura Castiglioni.

En el otoño de 1552 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pavía, donde el 6 de diciembre de 1559 obtuvo el doctorado inutroque jure. El 25 del mismo mes fue elegido Papa su tío, el cardenal Juan Ángel de Médicis, que tomó el nombre de Pío IV. Este hecho fue decisivo en la vida del joven Carlos.

El nuevo Papa, al día siguiente de su exaltación, lo mandó ir a Roma y lo colmó de honores y dignidades: protonotario apostólico y referendario de la Signatura (13 de enero de 1560); Cardenal diácono con el título de los santos Vito y Modesto (31 de enero de 1560), que más tarde cambió por el de Sta. Práxedes (17 de noviembre de 1564); administrador de la diócesis de Milán (7 de febrero de 1560); administrador de las legaciones de Bolonia y de Romaña (26 de abril de 1560), etc.

Pero el cargo más importante que le dio fue el de la administración de los Estados de la Iglesia y el de la Secretaría de Estado. Contaba entonces Carlos Borromeo 21 años.

Por primera vez el nepotismo pontificio del Renacimiento daba a la Iglesia un Cardenal santo. En él halló Pío IV el más fiel y abnegado colaborador de su pontificado. Intercesión de San Carlos Borromeo ayudado por la Virgen, por Rottmayr (Karlskirche, Viena). Era de estatura algo más que mediana, grandes ojos azules, cabello negro, nariz larga y tez pálida. Llevó barba corta y desaliñada hasta que en 1574 mandó al clero que se la cortase precediendo él con el ejemplo.

La impresión que producía en los embajadores era de timidez y modestia, hasta el punto de tenerle algunos por poco apto para los cargos. Un defecto de la lengua que lo hacía precipitarse al hablar, reforzaba todavía la impresión desfavorable. Pero la práctica en el oficio, la energía de su carácter y su espíritu sobrenatural le fueron dando mayor destreza en el desempeño de sus funciones, hasta quedar patente su extraordinario talento de gobierno.

«Es hombre de frutos, no de flores; de hechos y no de palabras», dirá de él algo más tarde desde Trento el cardenal Seripando. El trabajo de la correspondencia diplomática era imponente, pero le secundaba eficacísimamente Tolomeo Gallio, antiguo secretario del cardenal de Médicis y luego Cardenal. Con él acudía todas las mañanas a su tío para presentarle los resúmenes de la correspondencia recibida y tomar nota de las respuestas que había que dar. ¿Fue Carlos Borromeo el principal responsable de los actos de su tío? Se ha exagerado en ambos sentidos.

Al adquirir con la experiencia un sentido más expeditivo en el despacho de los negocios, fue teniendo también más libertad de movimientos. Pero siempre se mostró fiel intérprete del pensamiento y del gusto del Pontífice, aun en cosas contrarias a su propia opinión. Al mismo tiempo, el Papa acogía gustoso las sugerencias del sobrino que poco a poco tuvieron un mayor influjo sobre él. El Cardenal nepote respondió plenamente a las esperanzas de Pío IV. Una fecha divisoria en la vida interior de Carlos Borromeo fue la de su ordenación sacerdotal (17 de julio de 1563).

Su anterior vida como Cardenal no era licenciosa, pero tampoco era la del asceta de los años posteriores. Amaba extraordinariamente la caza y a ella se dedicaba, según algunos, con mayor entusiasmo del que convenía a su dignidad. Jugaba al ajedrez y se divertía con la música.

El mismo tocaba el laúd y el violoncelo. Le gustaba la pompa y la fastuosidad. Le atraían grandemente las veladas literarias y para ello fundó una academia con el nombre de Noches Vaticanas. Pero he aquí que su hermano Federico, a quien el Papa acababa de nombrar capitán general de la Iglesia, murió inesperadamente por un acceso de fiebre (19 de noviembre de 1562).

La muerte del mayorazgo causó hondo dolor al Pontífice y al nepote. Incluso corrió el rumor de que Carlos Borromeo, ya subdiácono, sería dispensado del celibato, para continuar el nombre familiar. Pero Pío IV lo desmintió categóricamente en el consistorio de 3 de junio, en el que lo elevó al orden de Cardenal presbítero. El 17 de julio de 1563 fue ordenado sacerdote y el 7 de diciembre del mismo año recibió la consagración episcopal.

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio jugaron también un papel muy importante en aquel viraje. Antes de su ordenación sacerdotal se retiró a la casa profesa de los jesuitas para hacer los Ejercicios bajo la dirección del P. Juan Bautista Ribera, con quien por razón de su cargo de procurador general de la Orden había tenido que tratar muchos asuntos de la Compañía. En adelante fue el P. Ribera su director espiritual.

El cambio obrado en su espíritu comenzó pronto a manifestarse al exterior. Renunció a sus diversiones preferidas y fue tal la austeridad de su comportamiento personal que disgustaba a su mismo tío.

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