Resulta complejo imaginar las sensaciones de alguien tan identificado con el básquet como Miguel Barbieri, actual Presidente de Libertad, al momento de tener que firmar el telegrama mediante el cual se oficializa lo que en estas últimas semanas venía siendo un secreto a voces: Libertad no jugará en la elite del básquet nacional la próxima temporada.
Frustradas las negociaciones y más allá del importante esfuerzo efectuado, mediante el cual se pudo reunir una gran cantidad de fondos, el presupuesto para competir en Liga Nacional A no llegaba a cubrirse. La decisión era simple: arrancar y ver cómo se afrontaba el déficit o ser financieramente responsables, renunciar a la participación e intentar hacer pie en la segunda categoría.
Esta última posición es la que termina confirmándose hoy y así, Libertad, que nunca descendió, pierde nuevamente la categoría.
La incertidumbre económica reinante, las dificultades generadas a partir de la pandemia y la demora en cerrar algunos apoyos, fueron la combinación que maceró la decisión que dirigencialmente es correcta y responsable, no por eso menos dolorosa.
En las próximas jornadas habrá que analizar ofertas -interesados en la compra no faltarían e incluso en nuestra propia provincia habría más de un club- y al mismo tiempo, empezar a diseñar lo que será el plantel para la próxima temporada. El éxodo de jugadores que terminaron sus contratos y buscaron asegurarse su participación en otros planteles, ha dejado muy poco desde donde reconstruir, aunque la conformación del cuerpo técnico deberá ser el primer paso en darse.
