Resulta inevitable establecer un lazo histórico entre la actual «Plazoleta de la Cooperación» del barrio Cooperativo con la ocupación que supo tener antes… mucho atrás.
Totalmente alejada del ámbito en el cual se desarrollan algunos de los actos más significativos de la ciudad, en dicho lugar cientos de niños jugaron aquellos míticos de «Baby Fútbol».
Las noches de verano se transformaban en uno de los puntos más concurridos de la ciudad, congregando más público que lo que actualmente se reúnen en las canchas de las entidades de nuestra ciudad. Luego, pasó el tiempo y las precarias instalaciones montadas fueron desmembrándose para dejar paso a la plazoleta antes mencionada y actualmente vigente. Pero como siempre intentamos hacer desde este espacio, el recorrido que proponemos con los diferentes barrios de la ciudad, no solamente es espacial sino temporal.
Noches de baby fútbol del barrio Cooperativo
(Por: Víctor Bertoncello) – Cada vez que llega diciembre, para quienes hacemos del pasado un presente a través del recuerdo, es inevitable retroceder el tiempo cuatro décadas, e instalarnos en la imagen de aquella canchita de futbol de dimensiones reducidas, casi pegada a la Avenida Moreno, enclavada en pleno corazón de Barrio Cooperativo de nuestra ciudad.
Se cerraba el año 1978, y el ´7′ inflaba el pecho, llegando con el mayor de los convencimientos de que en este país, muchas cosas «de a poquito» podían comenzar a cambiar, mientras «un puñado» de padres, innovadores para la época, construyeron una cancha de fútbol, donde los espacios eran reducidos y solo podían jugar, «cinco contra cinco».
Verlo para contarlo, vivirlo para fundamentarlo, aquel contorno que el primer año fue delimitado con un solo hilo de alambre y que después tuvo tejido perimetral, para dividir la pasión de más de 1000 personas por noche (si, 1000). Entre ellas los padres que alentaban a sus hijos, que «parecían enjaulados», pero que por el solo hecho de jugar a la pelota eran inmensamente felices.
Bar de chapas improvisado para expender la gaseosa, el pororó, el choripán y el vino en jarro de lata, cuando se podía tomar un vino en un espectáculo deportivo sin que eso generara ningún tipo de problemas.
Bajas columnas de alumbrado hechas con postes de palmas, bicherío que se ponía «de fiesta» para la época, y algún padre que en pleno partido le gritaba a su hijo de apenas 5 años…»Che, Jorgito, dejate de jugar con «los cascarudos» y ponete a jugar a la pelota… algo que Jorgito, no entendía demasiado porque no tenía bien en claro, para que lo habían llevado a ese lugar, si para comer el pancho, tomar la gaseosa, jugar a la pelota, o para hacer rayitas en la tierra y jugar con los cascarudos.
Para muchos hijos de Sunchales que después trascendieron futbolísticamente a nivel local, nacional y hasta internacional, esa fue «su primera canchita», ahí patearon por primera vez, una pelota, ahí hicieron su primera gambeta, ahí se llenaron la boca de gol y corrieron alocados sin saber ni hacia dónde ni porqué.
Nombrarlos a todos quienes trascendieron seria imposible pero sí se puede simbolizar en algunos nombres a todos ellos, como por ejemplo: Danilo Tosello, Iván Delfino, Roberto Saavedra, Cristian Carnero, Cristian Cipollatti, Hugo Ficetto, Pablo Ruiz Díaz, Fabian Moyano, Cesar Eijó y tantísimos más.
Pero, más allá de quienes «rompieron las barreras», entre Sunchales, el país y el mundo, están «los otros», los que no trascendieron, pero que para ellos, «La canchita del baby», siempre será un hermoso recuerdo y formará parte de la nostalgia de su niñez, en una noche cualquiera de verano.
Sobre el final de la década de los ´80, alguien sacó los arcos, desarmó el tejido, construyó una plazoleta y «tapó» con tierra un lugar histórico de la ciudad, un lugar que tiene que ver con la infancia de muchos chicos que hoy son hombres y como yo, le cuentan la historia a sus nietos.
