Chela de Lamberti: Votar o no votar

¿Qué es el voto? Es la facultad de practicar un derecho en el orden político para elegir a las autoridades que irán a ser nuestros representantes en los diversos cargos públicos que existen en el país. Universal, igual, secreto y obligatorio. Todos los argentinos mayores de 16 pueden votar y el valor del voto es idéntico para todos los ciudadanos. También es secreto y obligatorio, porque además de constituir un derecho, representa un deber cívico.

“Ley Roque Sáenz Peña es el nombre por el cual se conoce a la ley 8.871 sancionada por el Congreso de la Nación Argentina el 10 de febrero de 1912, que estableció el voto secreto, obligatorio para los ciudadanos argentinos y universal, para mayores de los 18 años de edad, habitantes de la nación y que estuvieran inscriptos en el padrón electoral que se confeccionaba con los datos provenientes del servicio militar obligatorio. Esta ley debe su nombre a su impulsor, el presidente Roque Sáenz Peña.” Luego, se incorporó el voto femenino. Recuerdo a mi propia madre, fastidiada por tener que ir a empadronarse y posteriormente, emitir su propio voto, el cual generalmente era el que dictaba el esposo.

En estas instancias vividas por nuestro país pudieron participar jóvenes que debutaron insertando el sufragio, fruto de sus decisiones personales, lo que les permitió pasar a integrar la legión de noveles votantes. Emoción, euforia, cada uno vivió su experiencia a su manera, pero seguramente no pasó desapercibido el acto estrenado, que los convierte en ciudadanos pensantes y responsables.

Al entusiasmo juvenil se opone la abulia, el desconocimiento o la confusión de los mayores de 70 que, como ellos mismos expresan, “Nosotros no tenemos más que ir a votar”. ¿Quién afirmó tal desatino? ¿Cuándo los borraron del mapa? ¿Es un alivio o una degradación por considerarlos incapaces, retirados, vejestorio que ya no sabe pensar ni decidir? Es hora de cambiar esa cifra considerando la vitalidad y el nivel de salud para esta categoría de personas mayores.

Totalmente equivocado el concepto. No hay obligación; se entiende que si no concurren no serán multados, pero claro que pueden ir a ejercer ese maravilloso derecho. ¿Las personas de 70 años o más están caducas en esta época de supervivencia, de adelantos de la medicina y de conductas de vida sana, social y participativa?

Ahora, no querer participar a sabiendas es una conducta negativa que deshonra a quienes así actúan. Quedarse en casa, apoltronados, mientras los demás deciden por ellos, indica indiferencia, apatía; un “qué me importa” que degrada al ser humano. “Yo no entiendo de política”, otro paradigma para objetar, con la cantidad de programas políticos e información vertida.

El voto es un arma poderosa. Esa breve hoja de papel colorido me permite premiar o castigar, decidir por mí qué futuro quiero para mi familia, mis nietos, mi ciudad, mi país. El día de las elecciones es esperado con ansias, de auténtico protagonismo, ya que dejamos de ser seres anónimos e infecundos para corporizarnos y constituirnos en votantes responsables, animosos y decididos.

Setenta, ochenta, noventa… ¿Qué importa? Mientras haya lucidez y capacidad de discernimiento, es atractivo, fascinante y ´movilizador el acto de concurrir a decidir sobre los destinos de la patria. Sentados en la silla de la omisión, renunciando a la actuación democrática, no aportamos nada a la nación argentina.

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