De eso no se habla: Manning fue a lo seguro y acertó

La pandemia ha resignificado numerosos aspectos de la vida cotidiana y uno ha sido el comportamiento social. Las salidas habituales de los fines de semana debieron esperar hasta no hace tantas semanas poder recuperar cierta normalidad. Por eso, para muchos queda la sensación de que la gente va a ver todo por el simple hecho de no haber podido hacerlo antes; no todo funciona bajo ese parámetro puesto que es necesario que la oferta sea tentadora en primera instancia.

Apenas estrenado el cargo de subsecretario de Cultura, Ariel Manning tuvo el primer mal trago: con escasos días por delante, debió ver sin tener demasiado margen de maniobra, cómo se daban de baja los Carnavales, fiesta que generó gran repercusión negativa en la comunidad al ser considerada por muchos como aquella opción de recupero de salidas que se mencionó.

No obstante, con algunas semanas más de tiempo, ha podido demostrar una gran capacidad de trabajo. Aprovechando el oportuno «Día Internacional del Teatro», se apoyó en su amigo Gabriel Fiorito. Esa seguridad de avanzar con quienes ha venido rodeándose en el ámbito privado le permitió tomar una decisión más arriesgada: apostar a tres sedes diferentes e incluso inéditas. Lo más simple hubiera sido utilizar espacios ya conocidos y también por comodidad. No obstante, fue más allá e incorporó las ex Cocheras Rotania y también el patio de la Casa de Steigleder, una delicadeza en un sitio que sigue mostrando una versatilidad interminable para todo tipo de acciones culturales.

Esto no debe pasar desapercibido: el centralismo ha sido una constante en anteriores gestiones. No es una inercia simple de vencer ya que viene con múltiples ventajas pero recorriendo los barrios de la ciudad se puede dar con sitios que esperan ser explotados como escenografía natural, sede de eventos y actividades.

Sunchales ha sido una ciudad en la cual siempre hubo teatro pero nunca se pudieron sostener funciones con cierta regularidad. Esto se quebró con «La Jaula», marcando un antes y un después, con actores y una puesta en gran nivel que por un tiempo seguirá derramando beneficios diversos.

Por eso, es fundamental seguir aprovechando este impulso con nuevas producciones y en este caso, redoblar la apuesta para moverse de la relativa seguridad que pueden dar las comedias para encarar -como ha sido Made in Lanús- un drama complejo y a la vez actual, el cual provocó que muchos de los asistentes terminaran de ver la obra con lentes de sol, intentando en vano disimular lágrimas de emoción.

Han sido tres días intensos y tal vez cargados de futuro ya que la «usina teatral sunchalense» ha demostrado tener serias chances de transformarse en referente regional, proveedor de espectáculos que a la vez retroalimenten con nuevos desafíos. Queda por delante un año con muchos aniversarios, fechas especiales y eventos a ser explotados por un público que no debe de ser masivo para volverlos exitosos, basta con agotar entradas y localidades disponibles como sucedió este fin de semana.

Ariel Manning, el viernes, durante las primeras funciones del Festival.

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