¡Eran las cinco en punto de la tarde!

Sánchez Mejías, el torero que pasó a la historia por la poesía.

¡A las cinco de la tarde!
Eran las cinco en punto de la tarde!
¡Un niño trajo la blanca sábana!
¡a las cinco de la tarde!
¡Una espuerta de cal ya prevenida!
a las cinco de la tarde!/ ¡Lo demás era muerte y sólo muerte!
¡ A las cinco de la tarde! Eran las cinco en todos los relojes
Eran las cinco en sombras de la tarde… (1)

El 13 de agosto de 1934 en un hospital de Madrid murió el torero Ignacio Sánchez Mejías, como consecuencia de una cornada en la ingle derecha que le asestó el toro llamado “Granadino” pequeño, manso y astifino. El infortunado suceso ocurrió en la Plaza de Toros de Manzanares, una población que pertenece a la provincia de Ciudad Real, Comunidad de Castilla-La Mancha.

Sánchez Mejías fue un célebre torero español, escritor y poeta, miembro de la generación literaria del 27 que aglutinaba por aquel entonces a poetas y escritores de toda España.

Había nacido en Sevilla el 6 de junio de 1891, provenía de una familia acomodada, su padre ejerció la medicina en esa ciudad andaluza, pero además Ignacio fue automovilista, jugador de polo, actor de cine y llegó a ocupar la presidencia del Real Betis Balompié uno de los clubes más convocantes de esa ciudad del sur de la península. En 1928, estrenó Sinrazón, una tragedia en tres actos que trataba el tema de la locura y constituía también un ensayo sobre el psicoanálisis. Los espectadores esperaban una obra sobre la tauromaquia pero fueron sorprendidos con esta obra de un nivel superlativo y consecuentemente muy aplaudida por el público.

El toreo es un espectáculo cruel, sangriento, en el cual el toro es una víctima obligada e indefensa, pero está imbuido de un halo de romanticismo que exalta la intrepidez y el coraje. Sanchez Mejía en este aspecto fue uno de los personajes más populares que se recuerdan. En la tauromaquia o arte y técnica del toreo se destacan dos escuelas diferenciadas: la sevillana: bullanguera y efectista y cuyos máximos exponentes fueron Tato y Lagartijo y la escuela rondeña, más técnica, aplomada y segura que tuvo como referentes a Chiclanero, Dominguez y Frascuelo.

José Gómez Ortega conocido como “Joselito” o “El Gallo” (2) fue quien lo introdujo a Sanchez Mejías en la tauromaquia. Eran cuñados, Ignacio se había casado con una hermana de Joselito. Este fue considerado el mejor torero de España, de la vieja escuela, por su depurada técnica. En 1920, Joselito toreó en la Plaza de Talavera, pero cayó herido de muerte a raíz de una cornada propinada por un toro que se llamaba” Mataor”. Ignacio Sanchez Mejías se encontraba en la plaza y le costó mucho superar esta tragedia.

Ignacio se consagró en la cuadrilla (3) de Joselito como el mejor banderillero de toda España.

El 11 de agosto de 1934 nuestro personaje, que reaparecía después de haber estado alejado de las lidias reemplazando al torero Domingo Ortega, recibió una cornada fatal en la ingle derecha. No permitió que lo operaran en Manzanares y pidió ser llevado a Madrid, pero la ambulancia demoró una eternidad. A los dos días se le declaró una gangrena gaseosa. Murió en la capital española en la mañana de ese fatídico día.

Federico García Lorca compone “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, considerada una de las más bellas elegías de todas las épocas cuyos versos dicen: «…No hubo príncipe en Sevilla/ ni espada como su espada/ ni corazón tan de veras/ Como un río de leones/ su maravillosa fuerza/ y como un torso de mármol/ su dibujada prudencia/ Aire de Roma andaluza/ le doraba la cabeza/ donde su risa era un nardo/ de sal y de inteligencia/ ¡Que gran torero en la plaza!/ ¡Que gran serrano en la sierra!/ ¡Que blando con las espigas!/ ¡Que duro con las espuelas!/ ¡Que tierno con el rocío!/ ¡Que deslumbrante en la feria!/ ¡Que tremendo en las últimas!/ ¡Banderillas de tinieblas…! (4)

(1) “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (Cogida y muerte) Federico García Lorca.

(2) Hay dos pasodobles que recuerdan a este torero: «Gallito» (fue grabado entre otros por Enrique Rodríguez (La orquesta de todos los ritmos) el 23/10/62 y «El Niño de las Monjas», cuya letra lo alude (“Yo quiero ser torero, torero quiero ser, torero de gran valía como”, Gallito dicen que fue).

(3) En tauromaquia: conjuntos de diestros que lidian todos bajo las órdenes de un matador.

(4) Obra Cit. (La sangre derramada).

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José «Pepe» Marquínez

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