Euclides Tulisso, la música en el alma

Junto al equipo de Sunchaleshoy en los últimos meses estuvimos produciendo un recital que quedará en silencio puesto que el músico invitado partió en la jornada de hoy, de manera abrupta así como se producen las salidas que calan hondo y dejan un gran vacío.

Nos quedamos sin poder registrar fílmicamente las virtudes musicales del Maestro Euclides Gaudencio Tulisso. Sin embargo, tenemos para compartir, un fotorreportaje que le efectuó Diego Rosso, en setiembre de 2020, como parte de las propuestas que fueron destacadas por el Concejo, siendo merecidamente reconocidas.

Euclides Tulisso
Nació en Palacios en 1938. Allí hizo la escuela primaria y después estudió dos años en una escuela técnica de Moisés Ville.

En el año 1954 se radicó en Sunchales junto a sus padres. «Entré como ayudante en la fábrica de muebles de Richiger y me quedé 30 años. Después tuve mi carpintería durante casi 20 años, hasta que me jubilé. A Sunchales lo quiero tanto como a mi pueblo natal, acá me fue bien, formé mi familia, tengo 3 hijos y 4 nietos».

Cuando llegó a Sunchales estudió acordeón en la Academia Fertonani y luego aprendió saxo con Sebastián Rainone, aunque su contacto con la música comenzó antes: «Cuando tenía 5 años mi padre y un tío ganaron un pequeño acordeón en un campeonato de truco y me lo regalaron. Empecé a tocar canciones y me transformé en el músico del pueblo. Me llevaban a los actos de la escuela y a los cumpleaños».

A los 15 años tuvo su primera orquesta: Los 4 Acordeones. Luego siguieron Los Embajadores del Ritmo, Jazz Tropical, Alta Frecuencia y Grupo Imperial.

En el año 1963 fue parte de la primera formación de la Banda Municipal de Sunchales, donde tocó el saxo durante 30 años y luego pasó a ser director, cargo que ocupa actualmente pero que lo encuentra sin actividad debido a la pandemia. «Extraño las actuaciones con la banda, pero me distraigo tocando el acordeón y el saxo, escribiendo y preparando temas. No me aburro en mi casa».
Cuando reflexiona sobre todo lo que ha realizado, siente que podría haber hecho algo más: «Siempre quedan cosas por hacer, sobre todo con la música. Me hubiera gustado dedicarle más tiempo, pero no pude, fueron tiempos difíciles».

Conducido por valores inculcados desde niño, Euclides goza de la tranquilidad y el orgullo que brindan las acciones engendradas desde la pasión, el compromiso y el esfuerzo. «Siempre tuve por norma la honestidad, la verdad y el respeto. Es lo que me enseñaron mis padres y así traté de ir por la vida. El tiempo que me resta lo voy a tratar de ocupar con la música, que es lo único que queda ahora».

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