Transcurrían los minutos finales del partido de Unión y Defensores de Villa Ramallo cuando se generó una jugada polémica. Fue una neta posibilidad de gol generada a partir de un mano a mano que protagonizó el juvenil Misal Juárez quien quedó solo frente al arquero Herrera.
El «uno» visitante salió peligrosamente y derribó al volante albiverde dentro del área. El árbitro Ejarque dejó seguir la jugada, desentendiéndose de la misma y prosiguiendo con la atención en el área contraria sin advertir que el propio Herrera hacía señas desesperadas para que parara el partido e ingresara la atención médica.
El arquero fue el primero en advertir que lo del volante, lejos estaba de ser una actuación para evitar el contragolpe sino que se trataba de una lesión seria. Rápidamente, desde el banco de Unión también notaron lo mismo y salieron presurosos a prestar atención médica pero las señas del árbitro resultaron inequívocas: debían sacarlo fuera de la cancha para que el encuentro prosiguiera en sus instantes finales.
Fue así como, sumido en lágrimas y con gestos evidentes de dolor, con la ayuda de los colaboradores fue retirado los pocos metros que lo separaban de la línea externa de la cancha para recibir las atenciones médicas de rigor. Lo primero que se le realizó fue la inmovilización de la pierna, quitándole el calzado y colocándole una protección para evitar el movimiento. El llanto no tardó en aparecer en el rostro de Misael, quien se tapaba el rostro con la camiseta sin poder comprender lo ocurrido. Las muestras de apoyo de la parcialidad albiverde comenzaron a llegar desde atrás del arco, para replicarse luego en todo el estadio y repetirse cuando minutos más tarde ingresó la ambulancia para trasladarlo a un centro de salud.
El arquero, terminado el encuentro, tuvo un atisbo de disculpa pero casi seguramente desconocía lo provocado por su temeraria maniobra: fractura de tibia y peroné. El árbitro, de participación altamente cuestionable, nunca se preocupó por verificar la gravedad de la lesión y se desentendió, desconociendo algo que pudo ser -en lo deportivo- la pena máxima y expulsión del arquero pero mucho más aún en lo humano.
