La concentración de dióxido de carbono en 2016 es la mayor en 800 mil años

La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha vuelto a alcanzar su máximo histórico durante el año 2016. Los bruscos cambios observados en la atmósfera en los últimos 70 años no tienen precedentes.

Son varias de las conclusiones extraídas del Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero publicado el 30 de Octubre.

Las prácticas agrícolas intensivas, el aumento de la deforestación, la industrialización y el consiguiente uso de energía procedente de fuentes fósiles han contribuido, todos, a una aceleración de la tasa de aumento de la concentración de gases de efecto invernadero.

Este nuevo récord histórico tiene graves consecuencias. 2016 ha sido, por tercer año consecutivo, el año más cálido de la historia, consiguiendo romper el récord de 2015 y de 2014. Esto podría subir hasta 3 grados centígrados el límite máximo establecido por los científicos y que establece el Acuerdo de París.

Está claro que una mayor concentración de gases de efecto invernadero producirá mayor aumento en la temperatura en la Tierra.

El cambio climático traerá violentos fenómenos meteorológicos, tormentas, lluvias torrenciales, deshielo de los glaciares, subida del nivel del mar, desertización de grandes extensiones, etc.

La subida del nivel del mar

Si este incremento de la concentración de CO2 se mantiene, al llegar a finales de este siglo, supondría una subida del nivel del mar de 20 metros, inundando grandes zonas de nuestro planeta, como la isla de Manhattan, en Nueva York.

La elevación del nivel del mar, es una consecuencia del calentamiento global, debido al deshielo de los casquetes polares. Los últimos datos de los expertos climáticos confirman una tasa de elevación de 3,2 mm/año, entre 1993 y 2010.

Otros gases de efecto invernadero

El COes, con mucho, el principal gas de efecto invernadero antropógeno de larga duración de la atmósfera. Pero no el único, el boletín también informa sobre otros gases de efecto invernadero, menos conocidos pero igual o más dañinos.

Metano

El metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero de larga duración más importante y contribuye en aproximadamente un 17% al forzamiento radiativo. Cerca del 40% del CH4 que se emite a la atmósfera procede de fuentes naturales (por ejemplo, humedales y termitas), mientras que aproximadamente el 60% proviene de fuentes antropógenas (por ejemplo, ganadería de rumiantes, cultivo de arroz, explotación de combustibles fósiles, vertederos y combustión de biomasa).

El CH4 atmosférico alcanzó en 2016 un nuevo máximo, a saber, 1.853 partes por mil millones (ppb), por lo que se sitúa en el 257% de su nivel preindustrial.

Óxido nitroso

Las emisiones de N2O a la atmósfera provienen de fuentes naturales (aproximadamente el 60%) y de fuentes antropógenas (aproximadamente el 40%), por ejemplo los océanos, los suelos, la quema de biomasa, el uso de fertilizantes y diversos procesos industriales.

En 2016 su concentración atmosférica alcanzó 328,9 ppb; es decir, un 122% del nivel de la era preindustrial. Este gas también contribuye significativamente a la destrucción de la capa de ozono estratosférico, que nos protege de los rayos ultravioleta nocivos del Sol. Es el causante de aproximadamente un 6% del forzamiento radiactivo provocado por los gases de efecto invernadero de larga duración.

Fuente: Conciencia Eco

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