La Rotania, centro de Expoagro

La Rotania, presente en Expoagro 2010 (Foto: Clarín).
La Rotania, presente en Expoagro 2010 (Foto: Clarín).
(Por: Gastón Neffen – Especial para Clarín Rural) – En el año del bicentenario, en Expoagro la gente está haciendo un emocionante recorrido por dos siglos de historia del campo argentino. Es un camino que comienza con el «chiflido» de la chimenea del Cleyton, un enorme tractor a vapor y leña de 1903, y que termina con las modernas cosechadoras equipadas para hacer agricultura de precisión. En el medio están la Rotania (1928), el Pampa, el primer tractor argentino (1952), y las Super Vassalli de la década del ’50, entre muchos otros «fierros» de leyenda.

Es un momento ideal para compartir en familia. Las máquinas son un «puente» para reencontrarse con la propia historia. «Papá tenía una Super Vassalli igual a ésta», les cuenta César Pelagalli a los dos hijos que lo acompañan, de Villa Constitución (Santa Fe). «Yo me subía a la Vassalli Mosquito cuando era chico», asegura Nelson Angeloni (de Saladillo). Enzo Maggio, de Ramallo, repite una y otra vez: «Qué lindo es todo esto, pensar que eran los fierros que usaban nuestros abuelos».

Andrea Fiadone, coordinadora del predio, cuenta que el objetivo se está cumpliendo. «No queríamos hacer sólo una evocación institucional, la idea era dar en la tecla de los recuerdos del hombre de campo», explica. Y eso es un poco lo que pasa. Los que tienen más de 60 años, les cuentan a sus hijos y nietos cómo era trabajar con estas cosechadoras y tractores. «Ahí arriba hacía un calor infernal, imaginate lo que era trillar trigo en enero sentado a 15 centímetros del motor, que te tiraba constantes chorros de aire caliente», dice José María Barrale, autor del libro «Reinas Mecánicas» y un «enfermo» (mucho más que apasionado) de las cosechadoras.

Lo bueno es que hay una oportunidad para verlas en acción, muchas de las demostraciones dinámicas de Expoagro arrancaron con las cosechadoras «históricas» trillando los lotes. «Los productores las aplaudieron», cuenta Fiadone.

Las familias que gestaron las primeras fábricas de maquinaria agrícola argentina sienten una mezcla de orgullo y nostalgia cuando recorren este verdadero túnel del tiempo. Fue lo que le pasó a Marta Balbi, la hija de don Pedro Balbi, que hacía cosechadoras en Sastre (Santa Fe). «Yo nací en la fábrica, mi papá se emocionaría si viera todo esto . no podría creer que todo el esfuerzo de aquellos años ahora se valore», le decía, con ojos vidriosos, a Clarín Rural.

El recorrido por la historia del agro argentino se organiza en siete estaciones, consideradas como etapas o símbolos de un momento determinado, con cartelería y afiches que explican y destacan los hitos de cada período.

El desierto pampeano (1810-1900) es la primera estación. En este sector hay herramientas rurales, utensilios de la época, ropa de trabajo y hasta una vieja cocina. Aquí se recuerdan los tiempos del ganado criollo y la cría ovina. Las fechas claves de esta etapa son la fundación de Esperanza (1956), la primera colonia agrícola que prospera en el país, las incipientes exportaciones de trigo a Europa (1876) y la creación del Ministerio de Agricultura y Ganadería (1898).

De 1900 a 1930, es la mítica etapa de «El granero del mundo». En Expoagro se cuenta la expansión de la red ferroviaria, los primeros ensayos de aclimatación del maíz (1914) y la llegada del trigo candeal (lo trae Emilio Vassoto de Italia). Argentina es líder en el uso de las cosechadoras. Este desarrollo se interrumpe con la crisis del ’30.

«El campo siente la crisis» (1931 a 1954) es el nombre de la tercera estación. Son años difíciles porque al estancamiento del «parate mundial», lo sigue el peor conflicto armado del siglo XX (la Segunda Guerra Mundial). Una de las mejores noticias de esta etapa es la fabricación del primer tractor argentino: el Pampa, que se puede admirar en la expo.

Entre 1955 y 1976, se desarrolla un delicado proceso de transición («De grandes cambios bajo la superficie», en la denominación de Expoagro). Se funda el INTA en 1956, se fabrica la primera F-100 y se concreta una exportación de 6.000 toneladas de soja a Europa. La próxima etapa es la del desarrollo tecnológico (1977-1999). Luego de la revolución verde y el desarrollo de los híbridos, la biotecnología y la siembra directa cambian el mapa productivo. Ya en 1990, el 60% de los lotes se trabajaba en directa. En 1996 se inscriben las primeras variedades resistentes a glifosato.

«El desafío de alimentar a un nuevo mundo» (2000-2010) relata los notables avances de esta última década. Las variedades de soja, los híbridos y nuevos eventos de maíz y los revolucionarios avances en genética animal son algunos de los logros que se destacan de esta etapa. «La agricultura del conocimiento», la última etapa, es una mirada al mundo que viene. La eficiencia en el uso del agua, la sustentabilidad económica y ambiental, las energías renovables y la seguridad alimentaria son los ejes que orientarán el desarrollo y el futuro del sector.

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