La tragedia de Barracas

Imagen restaurada y coloreada de una fotografía de Felicitas Guerrero tomada en 1870, cuando tenía 24 años de edad (Imagen: Wikipedia).

El epicentro del barrio de Barracas lo constituye la plaza Colombia y la iglesia de Santa Felicitas construida en 1876 por los padres de Felicitas Guerrero, asesinada el 30 de enero de 1872.

La iglesia fue erigida en el mismo lugar que ocupaba la residencia de una familia tradicional de Buenos Aires: los Guerrero, y en un cuadro que junto a la plaza lo componen las calles Montes de Oca, Pinzón, Brandsen e Isabel La Católica.

Felicitas había nacido en Buenos Aires el 26 de febrero de 1846. Su padre se llamaba Carlos José Guerrero y Reissig y su madre Felicitas Cueto y Montes de Oca. A los 17 años de edad y en un matrimonio concertado, Felicitas se casó con Martín Gregorio de Álzaga, un acaudalado estanciero porteño de 53 años de edad. De dicha unión nació un primer hijo Félix Francisco, quien murió a los 3 años de edad, víctima de la fiebre amarilla. Siete años después de casarse con Álzaga quedó viuda y al día siguiente nació su segundo hijo, quien a su vez murió a los pocos días. Se llamaba Martín.

Felicitas, a quien se la conocía como la mujer más bella de Buenos Aires, quedó con una gran fortuna. Comenzó a tener algún trato con Enrique Ocampo, perteneciente a una acaudalada familia porteña, quien estaba perdidamente enamorado de ella. Pero apareció en la vida de Felicitas, Samuel Sáenz Valiente. Ambos se enamoraron y dispusieron casarse.

El 30 de enero de 1872 se organizó una fiesta en la casa de los Guerrero para anunciar la boda. En un momento dado apareció en la escena Enrique Ocampo y pidió hablar con Felicitas. Ella lo atendió en un cuarto contiguo donde se realizaba la fiesta, a solas, y al contestarle que se había decidido por Sáenz Valiente, en un instante de total desequilibrio mental, Ocampo le disparó a la joven hiriéndola de muerte. Inmediatamente después y en un confuso episodio, el agresor se suicidó.

Existe la versión de que luego del estruendo, acudieron a la escena dos hermanos de Felicitas y en el forcejeo el revólver se disparó matando a Ocampo (tío abuelo de las escritoras Silvina y Victoria Ocampo), pero en el sumario judicial ese altercado fue soslayado y apareció la versión del suicidio. Los restos de los infortunados personajes fueron sepultados en el cementerio de La Recoleta y se afirma que los cortejos fúnebres se encontraron en la puerta de la necrópolis a la hora del sepelio.

Para honrar su memoria, los padres donaron el terreno y allí se construyó la capilla. El responsable del proyecto fue el arquitecto Jorge Bunge y el diseño corresponde a un eclecticismo de estilos gótico y romántico. Se inauguró el 30 de enero de1876, al cumplirse cuatro años de la tragedia.

La fachada tiene sus torres y las figuras de ángeles ubicados en simetría; en el vestíbulo encontramos dos estatuas blancas de mármol de Carrara: una representa a Martín de Álzaga con la inscripción «Martín de Álzaga 1870» y en la otra hay una figura de una madre con su hijo que recuerda a la joven asesinada, pudiéndose leer en su pedestal: «Felicitas G. de Álzaga, 30 de enero de 1872», «Félix de Álzaga, octubre 3 de 1869».

Felicitas había recibido una fortuna de su matrimonio y para desahogar las penas, la familia construyó un castillo que hoy constituye una casa museo. El mismo se encuentra ubicado en Domselaar, kilómetro 58 de la ruta 210, un pueblo pequeño de San Vicente, cercano a Buenos Aires. Se lo puede visitar sin reserva previa; el castillo es de estilo francés con 24 habitaciones. El edificio no se ve desde la ruta, existe una frondosa vegetación que lo impide y se destaca un cuarto colonial con ropa de Felicitas, un retrato póstumo de ella, un batón chino de más de 150 años, regalo de su esposo, y en una caja se preserva el revólver de 1856 que usó Ocampo en aquella trágica jornada de 1872.

Dicen que en Barracas ocurren hechos sobrenaturales, que las campanas tañen solas y Felicitas fue vista deambulando por la iglesia. Algunas solitarias de amor van a la capilla, “parece que tomándose muy fuerte de las rejas, le piden a Felicitas volver a unirse con el amado ausente”.

Bibliografía:
– “Felicitas Guerrero”, Ana María Cabrera. Editorial Emecé.
– “Aquí nomás”, Andrea Ventura.
– “En el corazón de Barracas”, Juan Fernández Mujica.

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José «Pepe» Marquínez

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