La tragedia de los Barón Biza – Primera parte (Myriam Stefford)

Raúl Carlos Barón Biza, excéntrico, escritor, político, millonario, misógino y bon vivant había nacido en Buenos Aires el 4 de noviembre de 1899. Era el menor de cinco hijos descendientes del matrimonio compuesto por Wilfrido Barón (francés) y de la tucumana Catalina Biza. Falleció trágicamente en Buenos Aires el 18 de agosto de 1964.

Personaje polémico, irascible, pródigo, sus viajes a Europa y Estados Unidos eran moneda corriente; llevó una vida disipada, organizador de fiestas y banquetes a la que concurría lo más selecto de la sociedad de Córdoba y Buenos Aires, frecuentaba prostitutas, bailes y bebía champagne. Su posición económica así se lo permitía ya que gozaba de una situación muy holgada.

En 1903 su padre compra una estancia en Alta Gracia (1800 hectáreas) y manda a estudiar a nuestro personaje a Harvard. Escribe su primer libro: “Por qué me hice revolucionario”. Ante un amor frustrado publica “Del ensueño” (1918) y posteriormente, “Alma y carne de mujer” (1923).

En 1926 Barón Biza conoce en Venecia a Myriam Stefford, una suiza cuyo nombre real era Rosa Martha Rossi Hoffman. Se enamoran y la convence en viajar a Buenos Aires.

Myriam Stefford y Raúl Barón Biza (Foto: Internet).

El 28 de agosto de 1930 se casan en Venecia y a la fiesta son invitados personajes de la nobleza italiana: la condesa Albrizzi, la duquesa Di Sandro y la princesa Lusigne de Francia.

La pareja regresa a Buenos Aires y su vida transcurre entre la estancia de Alta Gracia (bautizada Myriam Stefford) y el lujoso departamento de Avenida Quintana de Buenos Aires. Myriam aprende a pilotear aviones, toma un curso en Castelar y obtiene el brevet correspondiente.

Barón Biza le regala un avión: “El Chingolo”, pequeño biplaza. Myriam decide realizar un extenso viaje, lo acompaña Luis Fucks, instructor de vuelo. El 26 de agosto de 1931 la máquina se precipita en la localidad de Marayes, Departamento Caucete, San Juan, falleciendo los dos ocupantes.

Se especuló en que el accidente había sido intencional ya que el motivo de la caída del avión había sido el desprendimiento de una chaveta, pieza simple la cual no había podido caerse en forma tan fácil. Trascendió que Barón Biza sospechaba de una relación amorosa entre el instructor de vuelo y su esposa.

El cuerpo de Myriam quedó totalmente calcinado y fue velada a cajón cerrado en el “Centro de Aviación Civil de Buenos Aires”.

Barón Biza resolvió construir un inmenso monumento para recordarla y lo hizo en lo que constituía la estancia de su propiedad ubicada en Alta Gracia. El mismo estuvo a cargo del arquitecto Fausto Newton. Trabajaron 100 obreros, en su mayoría de origen polaco, demoraron un año y tiene una altura de 82 metros (más alto que el obelisco de Buenos Aires) y 170 toneladas de hierro, posee 406 escalones y en la planta baja hizo grabar un epitafio que reza “Maldito sea el que profane esta tumba” (1935). Se encuentra situado sobre la Ruta 5 a pocos kilómetros de Alta Gracia en dirección a Santa Rosa de Calamuchita, mano izquierda. Cuando el monumento estuvo terminado, Barón Biza organizó una ceremonia de inauguración a la que asistieron altas personalidades políticas de Córdoba; entre ellas Amadeo Sabattini dirigente radical y futuro gobernador de la provincia. Nadie imaginaba que la vida de este caudillo de Villa María estaría ligada a la de Barón Biza como se verá más adelante.

Monumento a Myriam Stefford (Foto: Internet).

En la próxima entrega me referiré a la segunda parte de la vida de Raúl Barón Biza. Su relación traumática, transgresora y enfermiza con su segunda mujer Clotilde Sabattini, signada por la tragedia.

Continuará…

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José «Pepe» Marquínez

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