El presente de los dirigidos por Parola es complejo, el equipo no termina de ensamblarse y alterna buenos y malos rendimientos en el mismo partido, tal como se pudo apreciar anoche, con situaciones totalmente dispares en el juego ante un Obras que nunca se dio por vencido, ni aún cuando caía por 16 puntos y parecía que todo estaba sentenciado.
Esa fue la principal virtud de los Tacheros que, perdido por perdido, salieron al último cuarto a presionar y lograron muy buenos resultados, tanto que, con cuatro minutos, estaban cinco puntos abajo y a dos minutos del final, habían pasado al frente por otros cinco tantos.
El local nunca le encontró la vuelta al perímetro y tampoco supo aprovechar los momentos en los cuales la corta plantilla de Carlos Duró se resentía con la salida de Fernández. Por el contrario, la rotación le aportó a los capitalinos refresco y allí se marcó otra diferencia ya que el banco visitante aportó 21 puntos, contra sólo 10 del local, a pesar de ser este más extenso.
Sin lugar a dudas, lo mejor de Libertad, lo que entusiasmó y mucho fueron los primeros tres cuartos. Especialmente la mitad inicial, con buenas producciones en defensa y si bien dejó algunos huecos en ataque, pudo adelantarse (35/28). Luego le ensambló algo de ofensiva y sacó la máxima diferencia para finalmente entrar en el mencionado declive que le impidió sumar una victoria importante para seguir en lo más alto de la tabla.
El cierre fue una demostración de la impotencia del momento. Con 17 segundos por jugar, un punto abajo y la pelota, lo diagramado por Parola en el minuto solicitado quedó solamente en un proyecto ya que no se pudo ensayar ni una bandeja, ni penetración buscando la falta… porque se perdió la pelota y se debió lanzar un triple desesperado desde media cancha.
