(Por: Raquel Farías) – Agudizar el sentido de autoprotección es tarea obligada en estos días…
Sunchales, audaz ciudad que te animaste a crecer y colocarte a la par de otras a quienes mirabas de reojo.
Yo te siento mía, respiro con tu aire y sufro con tu pena.
Te veo crecida y ajena.
Llegaron a vos las plagas que fueron anunciadas.
Los hijos de tus hijos van por un laberinto dónde serán bocado de la autodestrucción.
Pero Sunchales, mía, tuya, nuestra, sos el mismísimo laberinto dónde todos estamos inmersos.
Cruzamos desolados a esos seres que hasta ayer conocimos, los vemos perdidos y no alcanzamos a tomar sus manos, porque ya no las tienen.
Les hablamos con fuerza, pero ya no escuchan.
En esta oscuridad en la que viven, tus hijos olvidaron a sus hermanos.
Conocido es para nosotros, el enfrentamiento de los hermanos.
Llegamos al origen Sunchales; cuando uno siente el arrebato de lo propio,experimenta una nueva sensación.
No quiero que palpites con estas sensaciones Sunchales.
Permitite otras salidas.
La única verdad es la realidad, la realidad está en tus calles.
Opinión: Realidad cercana
