La carpa de Unión (Segunda parte)

Les decía en la primera parte de este artículo, que la Comisión Directiva del Club había resuelto y ante la falta de espacios cubiertos para realizar los bailes, adquirir una carpa, la que se efectivizó en Fábrica Argentina de Alpargatas.

En la víspera de algún acontecimiento comenzaban los preparativos para su armado. Recuerdo los nombres de José Bersía, Luis Rosso, Luis Migliori, Luis Cipolatti, Enrique Bertolini, Ambleto Barletta y más tarde Benito Seguro entre otros como los responsables de ello. Nosotros niños y habitantes del barrio colaborábamos puntual y entusiastamente.

Por la noche, luego de las 22 comenzaba el baile; antes se instalaban en la esquina sobre las calles Ameghino o 25 de Mayo, aún de tierra, los infaltables empresarios del tiro al blanco. Recuerdo a dos: uno de apellido Caferatta, decían que venía de Rosario. Tenía un “sol de noche” para alumbrar los cartones a fin de que los aspirantes de la copita en miniatura tuvieran una visión acorde. Otro de apellido Biglia, quien tenía faroles más rudimentarios y que según uno aprendió, funcionaban a luz de carburo, de los cuales emanaba una luz inmaculadamente blanca.

La muchachada de entonces, impecablemente vestida probaba suerte. Luego entraban a la milonga. Casi todos, además de lucir elegantes trajes y zapatos bien lustrados, ostentaban una brillante peinada a la gomina o a la cachetada, como se decía también. La gomina de color guinda era indefectiblemente de marca Brancato, venía en un frasco de vidrio con tapa de aluminio. Fue lanzada a la venta por don José Antonio Brancato en su farmacia de calle Florida N° 620 de Buenos Aires y luego se expandió por todo el país. Era un mucílago que tuvo gran aceptación en el público. Rafael Díaz Gallardo, Valentín Viloria y Lucía Marcó anunciaban por radio El Mundo que estaba elaborada con tragacanto de Persia. En realidad con el vocablo gomina (era marca de fábrica) se produjo la lexicalización del objeto, es decir la marca lo suplantó, tal como sucedió por ejemplo con la marca Gillette por hoja de afeitar, Savora por mostaza y en la actualidad con Traffic por minibús. También y por ello lo encerré entre comillas: “Sol de Noche” era marca de fábrica.

Simpatizantes y directivos de Unión de aquella época. De izquierda a derecha: Benito Seguro, Luis Cipolatti, Walberto Ríos, Biyo Peterlín, Negro Flores, NN, Moscú Costi, Orlando Astor, Silvano Pardi y Pancho Chiapero (Circa 1957). Foto: Archivo de José «Pepe» Marquínez.

Por la carpa de Unión pasaron conjuntos orquestales, solistas y espectáculos de los más diversos. Recuerdo a los «Cinco Latinos» en su etapa inicial, Jean Duval “El órgano de ensueño”, las orquestas de tango cordobesas de Lorenzo Barbero y Torcuato Vermouth, esta última con sus cantores Luque y Montes, el cantor Armando Moreno, vocalista emblemático de la típica de Enrique Rodríguez, los cantores de D’ Arienzo, la Jazz «Los Comandantes». En cuanto a los conjuntos locales rememoro a «Los Cuatro Acordeones», con su cantor Héctor Voccos y a la orquesta «Característica Víctor» con su vocalista Walter Cavallero, la que iniciaba su actuación inexorablemente con un paso doble y tras cartón, la pista se colmaba.

En varias oportunidades actuó el ciclista Rubén Leto, batiendo su propio récord de permanencia en bicicleta. Recorría la pista dando vueltas en la misma permaneciendo 72 horas ininterrumpidas. Era un espectáculo curioso aunque obviamente un tanto monótono.

Hacia 1958, finalmente, la carpa fue subastada en dos lotes para la Cooperativa Ganadera en su predio de remates ferias. La Comisión Directiva así lo resolvió, ya que el armado y desarmado de la misma se hacía muy dificultoso y provocaba resistencia entre sus integrantes. Su peso era excesivo, ya que era lona ciento por ciento (no contenía la mezcla plástica de las actuales para que la alivianara) y era muy sucia, ya que juntaba abundante polvo.

Esta es en apretadas síntesis la historia de la carismática carpa de Unión. Sólo nos queda el recuerdo de los hechos y circunstancias que rodearon su emplazamiento y al evocarla nos invade un dejo de pesadumbre y nostalgia. Es que ocupó un lugar importante en los días felices de nuestra infancia.

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José «Pepe» Marquínez

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