Transcurriendo el año 1948, en la ciudad de Rosario, los hermanos Nazareno y Gustavo Marani fundan un taller metalúrgico para la fábrica de máquinas agrícolas, dedicándose al igual que otras empresas similares, a la reforma automotriz de cosechadoras.
Llegan a un alto grado de perfeccionamiento que les otorga grandes méritos, tales que, años después, al iniciar la fabricación de sus propios modelos de cosechadoras tuvieron una bien reconocida fama en todas las zonas agrícolas del país. Es así que esta empresa que figuraba como Establecimiento Metalúrgico Marani S.R.L., logra hacerse un lugar destacado en el mercado argentino. En los años 1957 y 1958, producen anualmente alrededor de 25 unidades. Sus pioneros, Gustavo y Nazareno Marani, fueron los emprendedores de esta empresa que fue ganando cada vez más prestigio, siendo las cosechadoras «Marani» las que siempre fueron dotadas de los últimos adelantos que surgían.

Otras firmas comenzaron también en los años ´40 dedicándose a esta actividad industrial. Algunas de ellas tuvieron corta vida. Todo dependía de diversos factores, tratándose en especial de un producto como los aquí especificados, cuyas ventas se efectuaban en un solo período del año, siempre y cuando se presentaran las perspectivas de buena cosecha en esa época, debiendo la firma fabricante tener solvencia económica para afrontar enormes gastos durante meses hasta el momento de las ventas.
En la localidad de Zenón Pereyra hubo dos firmas que en distintas épocas han fabricado máquinas cosechadoras, fueron Baietto y Cía. y la otra fue Contardi y Cía. y luego una tercera cuyos integrantes fueron Osvaldo Lino Forzani y Atilio Blas Forzani, dedicados durante muchos años a la fabricación de cosechadoras y enfardadoras automotrices. Mientras que las dos anteriores estuvieron pocos años en esta actividad, los hermanos «Forzani» utilizaron su apellido para identificar como marca a sus maquinarias, siendo ampliamente conocidas en el país.
Otras empresas que tuvieron la misma actividad fueron, una instalada en la ciudad de Esperanza, que utilizó el nombre como marca para sus maquinarias y otra de Sastre, que produjo cosechadoras automotrices con maca Balbi, desconociéndose más datos de ambas.
Además de estos propulsores de la cosechadora Argentina, hubo muchos otros, llegándose a establecer en el país unas 40 fábricas más dedicadas a la industria de la cosechadora en un período que va desde 1920 hasta finales de la década del ´50. Algunas de estas fábricas fueron de gran importancia industrial y comercial y no solo vendían máquinas dentro del país sino que, además, las exportaban, generando un importante ingreso de divisas y consolidando una fuente de trabajo para miles de obreros. De acuerdo a un trabajo de Hernán Ferrari, teniendo en cuenta una estadística del año 1965, las 21 fábricas en actividad en ese momento (12 en la provincia de Santa Fe y 9 en Córdoba), produjeron más de 4.500 unidades, según el testimonio de Vicente Boffelli, titular de la firma del mismo nombre en San Vicente, Santa Fe, contando que además existían otras empresas, unas 14 fábricas más, dedicadas a esta industria, diseminadas en las provincias de Córdoba y Buenos Aires.
También a mediados de los ´50, en la localidad de Inriville, los hermanos Folguera se dedican a efectuar reformas de arrastre a automotriz de cosechadoras. Luego, instalados en Cruz Alta, se dedican de lleno a la fabricación de cosechadoras tanto de cereales como de forraje. Otras firmas surgen en suelo cordobés como Aipridec y Cía., en Laguna Larga, fundada por los señores Demaria, Votero, Aimar y Cía. S.R.L. en el año 1955, comenzando en la zona rural y estableciéndose en 1958 en dicho pueblo fabricando cosechadoras para maní y un modelo para cereales basado en una cosechadora canadiense. También otra empresa se dedica a la fabricación de máquinas para cosecha de maní y para cereales, fue la firma Edmundo Martellono e Hijo, instalada en la localidad de Ballesteros, en el mismo rubro de la firma Bon-Fer de General Cabrera.
En la década de 1980 la empresa Prats, con establecimiento industrial en Marcos Juárez, Córdoba, lanza al mercado la marca Alasia, ya que esta empresa en Sunchales se dedicaba a otros rubros y por último, finalizando los ´80, don Roque Vassalli, quien se había retirado de la firma que él fundara, diseña y lanza un nuevo modelo de cosechadora que lleva como marca Don Roque, que rápidamente tiene una amplia difusión. Su funcionamiento fue muy satisfactorio, llegando en momentos a ser la única marca que representó a la industria nacional de cosechadoras.
También merecen ser mencionadas distintas fábricas de máquinas agrícolas de Sunchales, como Clemir (fábrica de equipos hidráulicos para máquinas agrícolas), Fardín (implementos agrícolas), Taindú y muy especialmente Richiger.

Richiger tuvo su origen en 1959, cuando comenzó a fabricar plataformas maiceras para una fábrica de máquinas cosechadoras de la localidad, y con la visión de que el productor agropecuario tendría la necesidad de contar con un implemento que le permitiera hacer sus reservas de forrajes para eliminar los picos de bajas pasturas que tan negativamente gravitan en la rentabilidad de la explotación; comenzaron con la fabricación de cosechadoras integrales de forrajes, moledoras de granos, comederas rodantes, acoplados, volcadores, etc.
Desde 1963 hasta 1995, cuando estaban al frente de la fábrica los hermanos Carlos y Alberto Richiger, mi padre Héctor Poletti (en su función de eficiente camionero) hizo llegar estas máquinas agrícolas a todos los rincones de la geografía de nuestro país. Por su noble función y los ejemplos de honestidad y hombre de bien que me ha dejado, también a él este merecido reconocimiento.
Así, desde los albores de la industria agrícola, en las épocas románticas de los fabricantes criollos, estos visionarios contribuyeron con su ingenio a remediar en gran medida el problema de las cosechas y trillas en nuestros campos y aportaron en buena parte la solución a la grave falta de maquinarias que hasta esos tiempos era totalmente importada, dificultosa de conseguir y de elevados precios. A pesar de los efectos de campañas insidiosas, orientadas a exaltar las virtudes de la competencia por la vía de la libre importación de equipos extranjeros, la industria agro mecánica argentina, mal comprendida por los gobiernos e ignorada por la opinión pública urbana, siempre pudo demostrar su alto grado de eficiencia y calidad que con orgullo llevó impresa en alguna de sus partes su distinguida procedencia: «Industria argentina».

