Las cosechadoras de Sunchales – Parte 13

Capítulo IV – Aquellas épocas

El libro «Orígenes y nacimiento de SanCor» relata que desde los comienzos de los tiempos la tierra siempre estuvo íntimamente asociada con el hombre, por lo que a lo largo de la historia ha sido principal fuente de riqueza y grandes disputas que en muchas circunstancias provocaron su desaprovechamiento.

Al ser un recurso limitado para las desmedidas ambiciones de los que pretendían más poder, instaron a los más aventureros y arriesgados a la tarea de buscar y colonizar nuevas tierras y sus riquezas, especialmente para procurar las especies (para saborizar y conservar las carnes) y las piedras preciosas.

Los primeros europeos que recayeron por nuestras tierras buscando riquezas (oro y plata), tuvieron que comenzar algunas tareas agrícolas para sobrevivir y los pocos animales vacunos que trajeron, empezaron a reproducirse gracias a las bondades del suelo y el clima, lo que produjo un importante recurso para la subsistencia y el desarrollo económico, como la carne, el cuero, las astas y el cebo.

Así surgió en nuestra extensa región el nombre de «pampa» que era la denominación del campo abierto, y el interés que despertó el trabajar y hacer producir estos campos, que al principio eran concedidos por la corona española a los pobladores.

Esto fue produciendo el asentamiento rural, que dio origen a los establecimientos de campo, cuyo propietario «el patrón de estancia», se transformó en el caudillo del lugar y latifundista, y los pobladores -que hacían los trabajos rurales- eran los peones.

Escena de trilla (Foto: Museo y Archivo Histórico Municipal).

Después empezó a surgir el ferrocarril y con ello, las colonizaciones impulsadas por la política de los gobernantes, bajo el lema de Juan Bautista Alberdi «gobernar es poblar».

Pero la cuestión al principio no fue fácil, sino por el contrario muy dificultosa, como todo inicio o emprendimiento, no había infraestructura para poder comercializar y/o distribuir los productos del campo, no había créditos para la inversión, se carecía de legislaciones que garanticen las situaciones ecuánimes y todas las angustias que uno puede imaginar en escenarios despoblados y con azotamientos y crudeza de los inviernos y desbastadores calores, como las plagas, el aislamiento, el fracaso de las cosechas y los bajos precios y recursos.

Así fueron surgiendo las primeras organizaciones sociales, como las entidades de socorros mutuos, las capillas, las cooperativas y el «almacén de ramos generales», en reemplazo de las «pulperías» de campaña.

A fines del siglo XIX se inicia en el país el verdadero desarrollo agrícola, que por producto de la laboriosidad de su gente en el campo, la instalación del ferrocarril, en poco tiempo, nuestro país pasa a tener un gran reconocimiento internacional, «el granero del mundo», lo que incrementa la inmigración y con ello las costumbres europeas que se radican en nuestro país, y especialmente en nuestras colonias.

A principios del siglo XX, nuestro país registraba unos 8 millones de habitantes, más de 20 millones de ganado vacuno y más de 40 millones de ovinos; y el ferrocarril construido por los ingleses convergía en todas sus líneas en el puerto de Buenos Aires, para lleva toda la producción a Inglaterra.

También el interior de nuestro país tuvo un importante apogeo industrial. Además de las fábricas de implementos agrícolas (cosechadoras) que fueron surgiendo, en Córdoba, a fines de la década de 1920 comenzó a funcionar la fábrica militar de aviones, la cervecería y las cementeras; rompiendo un poco con estas industrias el esquema agro-exportador agrícola-ganadero de la provincia, rubro que empezaba a decaer por efectos de la crisis mundial de 1929.

Estas fábricas fueron el primer semillero de técnicos especialistas que se convirtieron en escuelas industriales, que debido al auge convergían muchos habitantes del interior a los centros fabriles, pero con el correr del tiempo este desarrollo se fue frenando porque las grandes industrias se instalaban en Buenos Aires y cerca de la zona portuaria, a excepción de las fábricas militares que se fueron instalando en ciudades del interior para fabricar -además de elementos bélicos- implementos agrícolas, vagones para ferrocarril, repuestos, etc. cuyos precursores de estos temas fueron los generales Savio y Mosconi.

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