Borges. ¿Por qué no?

Jorge Luis Borges (Foto: Internet).

El pasado 15 de junio se celebró el Día del Libro. La conmemoración comenzó el 15 de junio de 1908. El Consejo Nacional de Mujeres entregó ese día los premios de su concurso literario e instaló la fecha como festejo anual. En 1924, aquel Consejo logró que el presidente Marcelo T. de Alvear firmara un decreto que declarara el día como “Fiesta del Libro”. Luego, en 1941, a instancias de una resolución del Ministerio de Educación, se cambió la denominación por “Día del Libro”.

El Centro de Estudios de la Lengua de Sunchales, reconoce este día a los asiduos lectores, visitantes de bibliotecas de las escuelas primarias y bibliotecas públicas. El pasado miércoles 15, en un acto a tal fin, se entregaron reconocimientos a más de 40 niños, jóvenes y adultos. Con seguridad habrá otros tantos que son buenos lectores, aún sin ser detectados por las bibliotecas. Hoy se lee en distintos soportes y no desacredita a quien los usa para informarse o gozar de la lectura.

Los jóvenes y niños leen de forma variada, de arriba hacia abajo, de derecha a izquierda; su mirada recorre la superficie a leer y obtienen información acompañada de imágenes con gran rapidez e inteligencia. Aprendo de ellos, sin embargo, el libro sigue siendo ese valioso amigo que espera para asombrarnos cuando abrimos su tapa.

Por otro lado, las escuelas ponen a los chicos frente a una variada bibliografía a consumir durante el año; autores valiosos y de gran talla literaria. Unos las aprovecharán más que otros, pero ninguno se queda afuera en el colectivo de lectores que forman la masa escolar.

Leer es un hábito, un gusto, una necesidad, una pasión. Por eso es valioso poner a los niños desde temprana edad frente a buenos autores.

Muchas veces se escucha decir: “No leo a Borges porque no lo entiendo”. Borges haciendo gala de una gran cultura realiza referencias históricas y literarias que el lector desconoce y que quizá lo amedrente, pero estas alusiones o son producto de su imaginación o son espacios y tiempos remotos que él trae a sus páginas para que su creación sea lo que es: obra de arte.

No todas las obras de Borges son inaccesibles, además el mismo ha dicho que: “…un libro que quiere durar debe poder leerse de varias maneras, debe permitir una lectura cambiante”. ¿Por qué no tomarnos de sus palabras para internarnos en sus cuentos y poemas?

Las obras de su primera época, sus versos están compuestos por palabras sencillas, cotidianas: las calles, el barrio, el cielo, la llanura, la historia de sus antepasados. Por ejemplo: “Desde mi nacimiento que fue el noventa y nueve / de la cóncava parra y el aljibe profundo…”.

Unos buenos cuentos suyos son de fácil comprensión. Por ejemplo: “La cautiva”; quien lo lee se enfrenta a un relato de marcada verosimilitud y de trama cuyo tejido esta urdido con sencillez introduciéndonos en la época de indios y malones; otro de fácil acceso, “El hombre de la esquina rosada”, que lo llevara al cine el director René Mugica. Es un relato policial original, directo, con cierto enigma a develar, incitante y entretenido.

Como a Borges le apasiona usar el intertextualidad, es decir que el texto se relacione con otros textos históricos o contemporáneos. En casi todas sus obras hace uso de esta estrategia cuyo objetivo es poner al lector en diálogo con otros textos. “El fin”, de su autoría, es un cuento de simple comprensión; si el lector leyó antes “Martín Fierro” de Hernández, realizará una rápida conexión entre ambas obras, pero si no leyó a Martín Fierro lo entenderá de todos modos, porque Borges cuenta una historia de duelo entre gauchos, una espera de 7 años para cumplir con la venganza. El lector la verá como una historia que podía haber sido posible en tiempos el siglo XIX, y no podrá separarse de la exquisitez de su pluma.

Acérrimo opositor al peronismo, no escatimó tinta para crear obras cuyos intertextos dejaran mal posicionadas las políticas del General Perón. “La fiesta del Monstruo”, “El simulacro”, entre otros fueron sus caballitos de batalla contra el peronismo, sin embargo, la finura de su relato no empobreció la obra a los ojos de un partidario, aún reconociendo la posición racista del autor en algunos de ellos.

En cuanto a sus poemas, Borges escribió con rimas y sin ellas y en sus poemas atacó al gobierno de Rosas de la misma forma que después haría con Perón: La imagen del tirano abarrotó el instante, / no clara como un mármol en la tarde, / sino grande y umbría…

Es el escritor cuyo uso de los símbolos y diversidad de recursos expresivos, lo colocan en un lugar de privilegio. Vargas Llosas, autor peruano, dijo que Borges “no entendió a América Latina”. Tal vez su origen entroncado con ilustres familias argentinas de estirpe criolla y anglosajona, así como también española y portuguesa, le impidieron rozarse con el pueblo originario y plebeyo, no obstante leerlo es una oferta de oportunidad, para saber, para mejorar, para cultivarnos en voces y modos de decir…

Hay un poema de él cuyo mensaje puede servir a muchos de nosotros, porque dicho por un hombre exitoso, afamado, reconocido mundialmente como una de las letras más ricas de la historia, quizá nos sirva para la vida:

El remordimiento
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer.
No he sido feliz.
Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron
para el juego arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.
Cumplida no fue su joven voluntad.
Mi mente se aplicó a las simétricas porfías
del arte que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.

Jorge Luis Borges, al que creen inaccesible, pero que llega a todos. Solamente hay que leerlo.

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Griselda Bonafede

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