El Banderazo de los colonos del Club A. Unión

Foto: Griselda Bonafede.

Todos los años desde hace mucho tiempo, la Colonia de verano del Club Unión introdujo dentro de sus actividades, El Banderazo. Se trata de una salida de colonos y profesores desde plaza Libertad, que transitan la Avenida Belgrano y llegan al predio Albiverde, acompañado de bocinas y cánticos atraviesa las calles, diez en total, portando las mochilas con agua. Es un gran grupo parlero cargado de alegría. Marchan en grupos bien formados, desde los más pequeños, a los más grandes; tienen a sus lados profesores cuyas miradas atentas no permiten que la caravana se desmadre. Hace algunos años, se incorporó la Guardia Urbana Sunchalense (G.U.S), como medida de seguridad.

La Colonia de vacaciones de Unión nació en la temporada 75/76 cuando la práctica de natación a nivel competitivo veía el ocaso. El profesor, Roberto Stricker, con sus colegas y estudiantes de ese profesorado pusieron en marcha la primera colonia que se llamó “Vacaciones felices”. No era cuestión de tener veranos aburridos a niños y jóvenes.

Fueron más de 400 anotados ese año y esa cantidad no ha decaído, más allá de las nuevas propuestas que se dan en la ciudad. Las familias, confían en la institución, saben acerca de las actividades lúdicas que se realizan en el espacio, en ambiente sano de camaradería y convivencia. De ese modo, las inscripciones, siempre superan las expectativas.

Incluir El Banderazo como actividad implica una suerte de construcción de las emociones; en primer lugar, es la sensación de pertenecer junto con otros de un hecho simbólico a nivel ciudad, pero esa pertenencia nace en el momento en que todos planifican anticipadamente esa jornada. Las banderas se realizan días antes entre los grupos, que, en equipo trabajan para tal fin. Hay compromiso y trabajo compartido, amistad que se gesta y se solidifica en sentido solidario. Anticipan el Banderazo. Lo imaginan, los proyectan… Los mayores ya lo experimentaron y se sienten tutores de los iniciados; lo nuevos están ansiosos. Faltar el día señalado sería un bochorno.

El Banderazo termina con un picnic, además de las rutinas diarias. Es un día de protagonismo. Se los verá por televisión o por redes. Ellos sumaron un año más con mucha satisfacción, es justo que se los vea; la familia quiere reconocer a su niño o niña entre tantos. ¿Qué hacían mientras ellos trabajaban? ¿Cómo lo estaba pasando? Descubrirlo/a alerta el corazón de padres y abuelos.

Las primeras semanas de enero, la Avenida Belgrano se tiñe de verde y blanco, salimos afuera, alertados por los sonidos y miramos pasar a ese pequeño gran grupo, en plena algarabía. Lo saludamos y le sacamos fotos. ¡Es El Banderazo de los colonos del club Unión! y el cemento se enternece; por ahí andan nuestros hijos, nietos, sobrinos, niños nuestros, que refundan en cada calendario la magia de ser parte de una historia. Hoy, 3 de enero, se ha repetido,

¡Viva El Banderazo por siempre!

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Griselda Bonafede

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