Roberto Zelaya y su visión de «La Jaula»

Fiorito y Zelaya, juntos, tras el avant premiere.

(Por: Roberto Zelaya *) – En el marco de esta situación, casi irreal, que estamos atravesando, frente a las necesarias restricciones impuestas y autoimpuestas a la asistencia a los lugares públicos, ser partícipe de un acontecimiento teatral de calidad y buen gusto, como fue la puesta en escena de “La Jaula”, el pasado jueves 4 en el salón de la Sociedad Italiana de la ciudad de Sunchales, me emocionó y me dio un placer inmenso… pude comprobar in situ de qué forma se abre camino la cultura en tiempos de pandemia, dándome la pauta que la llama de la creación y el inmenso talento de su Director, Gabriel Fiorito, sigue incólume…

Con gran creatividad, trasformaron al longevo Salón, mediante luces, mesitas para tres y cuatro personas, y guardando las distancias protocolares, escalera con luces adecuadas, alfombra roja, un letrero, en un cabaret, con una atmósfera sensual, elegante e íntima, que, en sí misma ya era un deleite… a lo cual se agregó una bandeja con delikatesen y mozos con el torso desnudo y antifaces (remedo del “Paradis Latin” de Paris… peut être…).

Adaptado y con recortes, y dotado de algunos argentinismos, el argumento se mantiene con una dramaturgia intacta durante las casi dos horas que dura el show, y como es un espectáculo coral no puedo detenerme en cada uno de los actores, porque sería un escrito muy pero muy largo… todos perfectos, todos correctos, equilibrados, destacando la espléndida dicción de cada uno, advirtiendo gran destreza física con una llamativa naturalidad y perfiles de grandes comediantes… una vez más me convenzo que no existen ni grandes ni pequeños roles: estos actores me demostraron que en teatro sólo existen roles, desplegando una incesante batería de recursos histriónicos que se amalgamaron a la perfección… lo reitero: increíble trabajo de elenco, y si bien es cierto que los roles de Roberto Cerri y Pablo Gamero son los pivotes sobre los que gira la acción, los demás actores no le van a la zaga, saliendo todos airosos de un verdadero desafío como era montar esta obra que ya se ha convertido en un clásico…

Tres escenas me marcaron, el diálogo entre Ferdinando y Antonio, (Roberto Cerri y Pablo Gamero), tratando de masculinizarlo, medido, exacto y creíble… y con una precisión actoral, Pablo me emocionó entendiendo hasta cuando es rechazado… le dolió, pero lo entendió… simplemente brillante. Marcelo (Martín Samudio), interactuando con el público y deleitándonos con una canción muy acorde para la ocasión mientras su novia Nina (Lourdes Fiorito), muy bien vestida, evolucionaba bajo un paraguas, enlazando una escena con la otra, y por último, la increíble aparición del personaje con un sifón sobre la cabeza…

Foto: Diego Rosso.

Situaciones delirantes y extravagantes, y gracias a todos estos elencos (¡¡¡Sin fisuras!!!), esta obra traspasó el hecho de ser un espectáculo musical y se trasformó en un espectáculo cultural… porque básicamente “La Jaula” es una historia de amor, de una familia, de gente frágil, de un chico que busca su sitio, y que al final lo único que importa es el amor, sin importar a quién quieras o cómo lo quieras…

El encuentro explosivo entre dos familias tan distintas, desembocó gracias al elenco, en una divertidísima comedia llena de situaciones delirantes y rocambolescas… alcanzado un clima hilarante, pero guardando el delicado equilibrio entre la exactitud y el desmadre… advirtiendo asimismo una profunda reflexión sobre la fragilidad de algunas relaciones humanas cuando quedan expuestas a hechos fortuitos e incontrolables.

Nadie conoce la fórmula del éxito, pero me inclino ante la sapiencia, inteligencia y buen gusto de Gabriel Fiorito, porque supo lograrlo: eligió un texto atractivo y con mucho mensaje; reunió actores idóneos, más una puesta inteligencia y eficaz, y lo hizo en el momento justo en que el público necesita ver teatro… ¡¡¡Chapeau Gabriel!!!

Vestuario y maquillajes, elegantes y atrevidos, alucinantes y divertidos, todo en su punto justo… muy logrado, lo mismo que la planta de luces, todo lo cual, junto al sonido y las canciones, le sumaron puntos a una producción exitosa desde su inicio…

Cuando los teatros se cerraron, algo inusual en la historia de la Humanidad, ya que esto no ocurrió ni siquiera en las dos guerras mundiales del pasado siglo, un escalofrío me sacudió y el horror me invadió… y al ver esta representación, me doy cuenta que la experiencia intransferible de lo vivo, en donde espectadores y actores están físicamente unidos, es imposible de reemplazar…

Sintetizando, si es que es posible sintetizar tal clase magistral de teatro: emoción, risa, música, y sobre todo la libertad a la hora de amar, de elegir, y una sensación tan grande de amor que me dejó pleno.

(*) Zelaya ha recorrido la Argentina y el mundo observando y realizando críticas a las mejores obras de teatro, museos, ha sido jurado en eventos culturales y su opinión siempre es la más recurrida. En 2018, fue reconocido por la Cámara de Senadores de la Provincia en base a su extensa y destacada trayectoria.

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