Sentidos para apreciar la paz

Días pasados, encontré un video en el que la disertante decía que las palabras que usamos los hispanohablantes se aprecian desde los cinco sentidos. Dio algunos ejemplos que me parecieron jugosos para practicar con aquellos términos que usamos a diario, los que elegimos, los que nos advierten, los que nos informan y también los que nos engañan. Quise probar con la palabra paz:

  • La paz puedo olerla porque tiene el aroma del no aroma.
  • La paz no puedo verla, pero me da la oportunidad desde su calidad de abstracta, de graficarla a mi gusto.
  • La paz tiene gusto, porque cuando la siento, la saliva se torna dulce.
  • La paz penetra por mi piel; puedo sentirme ave cuando me traspasa.
  • La paz es la palabra que, al pronunciarse, detiene todos los ruidos entorpecedores de diálogos.

Fue gratificante el ejercicio porque a pesar de que paz es un sustantivo abstracto, me permitió jugar con ella, sin embargo, no todo estaba terminado con este vocablo…

La oportunidad de ir más allá, me lo brindó el grupo de la Casa de la Pax Cultura, agrupación sin fines de lucro cuya misión fundamental entre otras es: “Promover acciones concretas para construir una Cultura de Paz”. Convocada desde el Nodo Sunchales, el jueves 18, participé del encuentro, llevado a cabo en el Espacio de Diálogo Interreligioso con que cuenta Fundación Sancor Seguros. La Dra. Marta Paillet, reconocida profesional, coordinaba la reunión.

Por las mesas de trabajo (70 personas distribuidas en 6 mesas), provistas con infusiones, bebidas y alimentos, comenzó a rodar la palabra paz. Los participantes despojados de todo prejuicio, debían responder preguntas sobre las herramientas con las que cada uno cuenta, para restablecer la paz interior y exterior, cuando ésta se escapa.

Sabemos que la paz es un estado en permanente peligro; los humanos, la colocamos siempre en un lugar endeble, luego, necesitamos herramientas para restablecerla. Queremos empoderarla, acumularla, llamarla y atesorarla, pero no siempre se halla la forma adecuada.

Foto: Imagen de Vecstock (Freepik).

Fue en ese encuentro donde descubrí que la palabra paz se puede apreciar desde otro sentido. Los concurrentes al evento antedicho, expresaron acerca de cuál era el instrumento que usaban para recuperar la paz cuando emigra; recurrieron a la fe, a la meditación, a la naturaleza, al otro que acompaña, al silencio, a la charla, a la música, al diálogo, a la escucha atenta, a la empatía, al silencio, etc. En realidad, esas imágenes son mojones donde asirse, cabos creados por nuestra propia cultura que, instalados en algún lugar, aparecen ante el desequilibrio, se presentan como un nuevo sentido y nos vuelve, al lugar que deseamos: la paz interior, la que tanto necesitamos para vivir y convivir y la paz exterior que alimenta una existencia sin sobresaltos.

Entonces, comprendí que la palabra paz tiene la capacidad de despertar otra sensibilidad, la que va más allá de lo tangible; cuando se la busca con la herramienta que sea, ella se presenta invisible e improbable, en modo de llamado interior y lleva a los humanos imperfectos a recoger del mundo conocido el elemento adecuado  para recuperarla.

Por algo Cristo dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No se trataba de nada material, nacía de él y la entregaba, única manera de construir paz. (Juan 14:27)

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Griselda Bonafede

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