Chela de Lamberti: Manuel Belgrano y Lionel Messi

Belgrano afirmó con abnegación y desinterés: “El dinero degrada la virtud y el talento entregado en defensa de la revolución”. ¿Y en qué momento el creador de nuestra enseña patria pronunció esta frase inolvidable? Después de Mayo de 1810 siguió una etapa difícil con guerras en dos frentes: en el norte y en la Banda Oriental. En 1812 Belgrano fue designado al frente del Ejército del Norte. Hacia fines de junio, en retirada, evacuaron Salta y Jujuy, lo que se llamó el histórico “éxodo jujeño”. Nuestro héroe contaba con no más de mil seiscientos hombres y se hallaba en inferioridad de condiciones, pero su ejército produjo el triunfo en Tucumán y, desobedeciendo las órdenes de Buenos Aires, avanzó hacia Salta, donde derrotó nuevamente a los realistas en febrero de 1813. El universitario, hombre de leyes, vestido de militar según se lo impusieran, supo hacer honor a su nueva investidura en defensa de la Patria.

La Asamblea Constituyente de ese año premió a jefes y soldados, obsequiando a Belgrano un sable con guarnición de oro y cuarenta mil pesos señalados en valor de fincas fiscales. “Considero que ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dineros sin degradarlos; nada hay más despreciable para el hombre de bien, para el verdadero patriota que merece la confianza de sus conciudadanos en el manejo de los negocios públicos que el dinero o las riquezas; son escollo de la virtud que no llega a despreciarlas y que adjudicarlas en premio parecen dirigidas a lisonjear una pasión seguramente abominable en el agraciado…” Con estas palabras demostraba su rechazo a tal gesto pues estimaba que únicamente estaba cumpliendo con su deber de patriota.

Preocupado por la educación de los niños, antes de morir en la pobreza el 20 de junio 1820, dispuso que con ese dinero se levantaran cuatro escuelas donde hoy se hallan las provincias de Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, además de una en el departamento boliviano de Tarija. Jujuy fue la primera provincia que cumplió con su legado, ya que en 1813 y sin esperar que vinieran los fondos nacionales construyó la primera escuela, pero por las guerras de la época se cerró en 1815.

Felipe Pigna, historiador, destaca que Belgrano redactó un moderno reglamento escolar y en su artículo primero decía: «El maestro debe ser bien remunerado, por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer». De acuerdo con un cálculo de Pigna, tomando la actual cotización del oro, los 40.000 pesos «fuertes» que recibió Belgrano en 1813, hoy equivalen a 1,3 millones de dólares. Después de 191 años, en el extremo norte de Argentina se inauguró otra de las escuelas que anhelaba Belgrano a comienzos del siglo XIX. En la ciudad de Tarija (sur de Bolivia), la «Unidad Educativa Gral. Belgrano» abrió sus puertas recién en 1974, para convertirse en «una de las más importantes de la zona, con casi 3.500 alumnos». En Argentina la espera duró hasta 1998, se inauguró en Tucumán la «Escuela de la Patria», tal como Belgrano ordenó que se llamasen las instituciones. «Ese mismo año se abrió una licitación para construir la de Santiago del Estero, pero las obras nunca se concluyeron.»

Veamos los opuestos: patriotismo, desinterés, honestidad, desprendimiento y nobleza; joyas que adornaban la personalidad de Belgrano. Y como contraposición, el olvido y la indiferencia por el largo paso del tiempo, el menosprecio y la negligencia ante figuras magistrales de nuestra historia, que lo dieron todo por la patria, sin esperar nada a cambio.

La actualidad nos sacude con otro rotundo ejemplo y no en el plano de la educación, sino en el área de la salud, lo que presupone mortandad y desprecio por la vida humana. Llegaron al aeropuerto de Rosario los respiradores donados por Lionel Messi para hacer frente al coronavirus en los hospitales de su ciudad natal, uno más de varios gestos humanitarios ya evidenciados por el crack del fútbol mundial. Los primeros respiradores fueron recibidos por autoridades aeroportuarias de Rosario y la Aduana, pero luego se encontraban demorados en el depósito fiscal del aeropuerto, a la espera de que se consiguieran los permisos para liberarlos. Como si no existieran urgencias para los enfermos.

Dos genialidades, del deporte y de las batallas liberadoras, concretando gestos humanitarios, comprometidos con las necesidades del momento en que les tocó actuar. Frente a tantos ejemplos cotidianos de vicios e inmoralidad, evidenciados en actos donde prevalece el apego por el dinero y el ascenso a sitiales inmerecidos, ambos relucen, se distinguen y prevalecen con luces genuinas de seres honorables.

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