Se cumplen 135 años del nacimiento de Don Alfredo Rotania

En el día de hoy se celebra un nuevo aniversario del nacimiento de Don Alfredo Rotania. En esta oportunidad, lo evocamos a través de la pluma de Oscar H.R. Poletti y su libro: «Las cosechadoras de Sunchales»:

1880 – Allá en Revello (Italia)
En esa misma época, precisamente en enero de 1885, en un pequeño pueblo italiano llamado Revello, en la provincia de Cuneo (lugar con hermoso paisaje cerca del río Po y la frontera francesa) nacía el quinto hijo del matrimonio conformado por Giovanni Rotania y María Martino, al que le pusieron el nombre de Alfredo (sus hermanos mayores se llamaban Victorio, María, Ramón y Ángela; y sus hermanos menores eran Miguel, Fernando y Enrique).

La familia se dedicaba a la cría de ganado vacuno, la explotación del gusano de seda y el cultivo del poco terreno disponible del lugar montañoso, cuyas actividades les proporcionaban un buen pasar.

Alfredo desde muy chico se destacó por su inteligencia, a pesar de las dificultades de aquella época de concretar la escuela primaria, porque la prioridad eran los trabajos rurales.

Como ocurre habitualmente con las mentes que han trascendido por sus obras, Alfredo era de espíritu emprendedor, intuitivo y con una gran vocación de hacer cosas, por lo que aprendió diversos oficios y en especial aquellos relacionados con la actividad mecánica.

A raíz de ello, a los 12 años le pidió permiso a su padre para ir a trabajar al taller mecánico de su padrino en el pueblo cercano llamado Saluzzo; donde conoció un ingeniero que advirtió las cualidades de Alfredo, y comenzó a enseñarle los secretos de la profesión mecánica y la confección de los planos para diversas máquinas de aquellas épocas.

1900 – Llegan los inmigrantes a la Argentina
A comienzos del nuevo siglo, los hermanos mayores de Alfredo viajaron a la Argentina, junto a otros inmigrantes, con la intención de buscar trabajo, amasar una pequeña fortuna y luego retornar a Italia.

Pasó el tiempo, el resto de la familia viajó a la Argentina para visitar a sus hijos y hermanos, y llegan a Buenos Aires en el vapor «Paraná» de la cCompañía Transatlántica Francesa el 9 de noviembre de 1910. Luego de la visita Alfredo tenía la ilusión de viajar a Estados Unidos para dedicarse a la fabricación de automóviles.

Concretados los trámites inmigratorios en Buenos Aires, cuya gestión demandaba aproximadamente tres días, la familia emprendió el viaje hacia nuestra zona en busca de sus dos hijos mayores.

Una vez que se encontraron comenzaron a trabajar con ellos en las tareas del campo, y ambientados en esta nueva tierra, se radicaron en Sunchales donde Alfredo comenzó a trabajar como empleado del Molino Harinero y después en la Usina.

En 1915 Alfredo materializó su entusiasmo por todo lo que fuera mecánico y fundó junto a sus hermanos un taller, desempeñándose simultáneamente como agente de venta de los automóviles Hudson y Exel.

Familiarizados con la vida de Sunchales, cuya actividad económica estaba muy ligada al campo, los hermanos Rotania compraron dos máquinas de trilla fijas para trabajar en el campo, y cuando no era tiempo de cosecha se dedicaban a reparar las máquinas en el taller mecánico que poseían, debido a que en las cercanías de Sunchales no existía este servicio.

En esos momentos empezó a aflorar el espíritu inquieto e innovador de Alfredo, observando los detalles que conformaban estas máquinas, que eran fabricadas en lugares muy distantes de Sunchales, y con los conocimientos ya adquiridos puso en marcha su capacidad de inventiva autodidacta.

En esa época, Europa era azotada por el flagelo de la Primera Guerra Mundial, que se inició en 1914 y finalizó en 1918.

En 1919 Alfredo contrajo matrimonio con María Panero, con quien tuvo tres hijos (Enso, Neva y Delma), y siendo ya un experimentado en la actividad de las cosechadoras, advirtió la necesidad de contar con algún elemento que reemplazara la tradicional horquilla que se utilizaba para recoger la paja que quedaba de excedente de las espigas y que luego era cargada manualmente en un carrito pero eso es otra historia.

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