Siempre mujeres

Se ha instalado el 8 de marzo, como el Día Internacional de la Mujer en evocación a aquella trágica jornada de 1908 en la que 129 mujeres murieron en un incendio provocado por su empleador en la fábrica Cotton, en Nueva York, luego de una huelga y ocupación de la fábrica. Las víctimas reclamaban los mismos derechos que sus compañeros varones: mismo sueldo por igual tarea y la reducción de la jornada laboral. Aunque este episodio marcó un antes y un después, las mujeres tuvieron y tienen que transitar un largo sendero sembrado de obstáculos para ser reconocidas como iguales al hombre.

Está signada a poner el cuerpo en todos los momentos difíciles. Da a luz con dolor, aunque ahora los avances de la ciencia los ha mitigado, lleva en su vientre un niño y su parto es una obra de la naturaleza, un milagro cotidiano, visibilizado con poca trascendencia en el colectivo social.

Logros y conquistas fueron y son a base de luchas. Un ejemplo claro es la férrea oposición masculina de algunos sectores para negarles el derecho a votar. En el debate por la ley 13010, en 1947, un médico legislador, respaldado en su título de galeno, argumentaba con fuerte convicción, el despropósito de permitir votar a las mujeres por no ser éstas iguales a los hombres, agregando que el cerebro de ellas era inferior al del sexo opuesto.

Esta postura que hoy mueve a la risa, ocupó fuertes espacios en medios de prensa de la época. Por suerte prosperaron fundamentos de mentes más abiertas, pero no faltaron prejuicios y prohibiciones. No obstante, la ley vio la luz y la mujer votó por primera vez en 1951.

A solo intento de valorar la capacidad adaptativa de ese sexo considerado débil, quiero traer a conocimiento un hecho que quizás pocos conozcan: Cuando el Homo sapiens, hace aproximadamente seis millones de años, comenzó a andar erguido, es decir en dos piernas, representó un gran logro para la especie; era sumamente necesario esa postura para poder otear el horizonte, tener libertad de brazos para el lanzamiento; el éxito con las manos, conquistaba avances en la vida cotidiana, pero para la mujer significó un esfuerzo agregado. Caminar con dos piernas, estrechaba las caderas; en consecuencia, el canal de parto se redujo. Sus pariciones caminaban paralelas con sus muertes; el varón en cambio podía sufrir tortícolis y dolores de espalda.

Acercándonos a los tiempos, mitad del siglo XX aproximadamente, y para mencionar los absurdos a los que estuvo sometida la mujer, vale narrar otro hecho que mueve al asombro o a la risa: el uso del pantalón. Una mujer con pantalón era mal mirada. Se le adjudicaba a la iglesia cristiana tal imposición. ”La mujer no vestirá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer; porque cualquiera que hace esto es abominación al Señor tu Dios.” (Deuteronomio 22:5), pero bien se dice que las mujeres no aceptan el “no”.

La historia le adjudica a Luisa Capetillo (1879- 1992) la audacia de ser la primera mujer en usar pantalón. Era de origen portorriqueño. Feminista, escritora y activista sindical. Tuvo que enfrentarse a la Justicia por empeñarse en vestir prenda masculina. Con el pasar del tiempo, el uso, la necesidad, la practicidad y por qué no, el afán de demostrar que no hay diferencias entre el hombre y la mujer, en los ’60, las mujeres empezaron a adoptarlos con mayor naturalidad. Fue una verdadera revolución.

En Europa, después de la primera guerra mundial y afirmándose después de la segunda contienda bélica, la mujer se habilitó a sí misma para usarlos. Debía ocupar puestos de trabajos vacantes por los hombres en los frentes de las guerras, de modo que calzarse uno de ellos, la ponía en plano de igualdad, además de la practicidad que tal vestimenta le otorgaba.

Mueve a ternura conocer que el fósil más famoso del mundo, Australopithecus afarensis descubierto a finales de noviembre de 1974 pertenecía a una mujer que vivió hace 3.2 millones de años; conocida como La abuela de la humanidad, a la que llamaron Lucy. El hallazgo de Lucy fue importante porque era un esqueleto “menos incompleto” que los otros: 52 huesos y ha permitido saber con más exactitud cómo era una de las especies clave que conectan a los primates con los hombres. Según estudios de los paleontólogos, Lucy estaba embarazada a la hora de su muerte.

Lucy (Foto: Internet).

Mujeres de este planeta hacedoras de mestizajes, provocadoras de cambios. Son Lucy, son Evas, son millones multiplicadoras de la especie, rebeldes o dóciles. Entibian los cuencos y pueblan la tierra. Ponen el cuerpo y el corazón, hacen cuencos con los brazos y arrullan; portan un instrumento y transforman. Ni débiles, ni sumisas. Fuertes como robles, audaces y sensibles. Mujeres. Homenaje a todas ellas.

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Griselda Bonafede

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